miércoles, 30 de marzo de 2016

La reforma tributaria estructural golpeará a los más pobres

El otro gran reto que tiene el Gobierno Nacional este año  -aparte de la firma de los acuerdos de paz y la refrendación de los mismos por parte de los colombianos- es la presentación al Congreso del proyecto de ley para sacar adelante la llamada Reforma Tributaria Estructural, que es urgente para nivelar la economía dadas las negativas consecuencias de la caída de los precios internacionales del petróleo, la devaluación del peso y el abultado déficit fiscal.

El proyecto sobre la Reforma Tributaria Estructural será presentado en el segundo semestre de 2016 para estudio y discusión en el Congreso de la República. En consecuencia la reforma quedaría totalmente implementada en el curso del período 2016-2018.

Desde ya el debate promete ser candente puesto que se han escuchado voces  a favor y en contra. Las primeras consideran que aunque la situación fiscal es complicada, el tema de la reforma tributaria es ineludible; mientras que quienes están en contra, sostienen precisamente que problema fiscal, la problemática social y la caída en la inversión[1], harían que una reforma tributaria -que contempla entre otros aspectos el incremento del IVA y el impuesto a las entidades sin ánimo de lucro- fuese nefasta para el bolsillo de los colombianos.

Tras la divulgación del reporte de la Comisión de Expertos Tributarios, los analistas se entregaron a la compleja labor de estimar cuánto podría aportar una reforma tributaria como la planteada por la comisión. Anif por ejemplo, estimó en primera instancia que podría aportar cerca de 2% del PIB por año de nuevo recaudo.

Sin embargo, más allá del cálculo o el análisis matemático-financiero del recaudo que se puede obtener, es bueno mirar cuáles son los segmentos productivos y poblacionales sobre cuyos hombros recaerá el peso de ese recaudo.

En ese sentido, dos mensajes de fondo deja la misión de expertos. El primero, que el recaudo adicional es mejor conseguirlo por la vía de impuestos indirectos como el IVA[2], sobretasa a los combustibles y  el Gravamen a los Movimientos Financieros (4 x 1.000), que por la vía de impuestos directos: como renta y riqueza, ya que gravar excesivamente el capital puede desestimular aún más la inversión. Segundo, que los impuestos directos son más eficientes y su efecto en los sectores menos favorecidos de la población puede ser compensado a través de una red de protección social.



Claramente se observa el sesgo neoliberal de la Comisión de Expertos, al considerar prioritaria la protección del capital por encima de eventuales efectos negativos desde el punto de vista social. Según la propuesta, los bienes que quedarían excluidos de IVA son: educación y salud; transporte público de pasajeros; la venta y alquiler de inmuebles con destino residencial; rendimientos financieros y los consumos mínimos vitales de agua potable, energía, gas y telefonía fija. Todos los demás que aparecen en el estatuto tributario, como excluidos, pasarían a pagar IVA de 5% (Allí están, entre otros, verduras, frutas, miel, granos, medicinas, el asfalto, etc).

Con un IVA del 10% quedarían gravados otros bienes y servicios como computadores, celulares, servicio de internet para los estratos 1, 2 y 3 y los servicios públicos para consumos más allá del mínimo vital. Y a la tarifa general de 19% quedarían gravados intangibles como software, compra de marcas, patentes y franquicias, la medicina prepaga y las comisiones y cobros por servicios del sector financiero. El mensaje de fondo es que la base de productos del IVA deberá ampliarse para que aumente el recaudo.

Para enfrentar el debate político que genera la propuesta de gravar productos y servicios básicos de la canasta familiar, la comisión considera que el país ha evolucionado de manera importante en el gasto social, a través de programas como Familias en Acción y todos los de protección que lidera el Departamento de la Prosperidad Social. Ese es el principal argumento esgrimido para justificar el aumento en las tarifas y productos gravados con IVA que afecta a sectores de menor ingreso. Es decir, se supone que ese efecto negativo será compensado a través de gasto social, lo cual no parece un argumento muy sólido ante la delicada situación fiscal.

De antemano se sabe que cuando hay recortes presupuestarios[3], todos los programas sociales se ven afectados, aunque el presidente Santos diga en sus declaraciones que no. Igualmente, hay que tener presente que no solamente los sectores más pobres de la población se ven afectados por reformas tributarias de ese tipo, sino que golpean fortísimo también a la clase media, que además no tener nutridas fuentes de ingresos (en muchos casos solamente su salario), generalmente está excluida de los beneficios de los programas sociales del gobierno.

Mientras el nuevo recaudo provendrá de los impuestos indirectos, el contemplado revolcón a los tributos directos para modernizar su estructura, tendrá un efecto neutro sobre el recaudo, pues éste ni aumentará ni caerá, porque la premisa es que la tributación no debe desestimular la inversión.

En este sentido, la propuesta de la comisión se centra en eliminar la estructura del impuesto a la renta, el Cree y sus sobretasas, para reemplazarla por un Impuesto a las Utilidades de las Empresas (UIE), cuya tasa debe quedar entre el 30% y el 35%. El argumento de la comisión es que el actual sistema ha generado muchas inequidades e ineficiencias, pues el esquema vigente contribuye poco a la redistribución del ingreso y grava mucho la inversión.

Por otro lado, a la clase media ya golpeada por el aumento del IVA, las sobretasas a los combustibles y el 4 x 1.000, se le asestaría oro duro golpe, ya que se propone que los colombianos empezarían a pagar el impuesto de renta no desde los $3 millones, como ocurre hoy, sino a partir de $1.5 millones mensuales.  La comisión señala que para estos rangos con rentas bajas, la tarifa promedio iría desde 2.5% hasta 4%. El objetivo de esta propuesta es, claramente, aumentar la cantidad de personas que declaran y pagan el impuesto.

También se propone mantener la tarifa de 10% para ganancias ocasionales por herencia, y de 20% para loterías, rifas y juegos de suerte y azar. Sin embargo, se incluiría una nueva tarifa de 15% para la ganancia por venta de inmuebles y otros activos, porcentaje que igualmente se aplicaría al impuesto por dividendos.

En Conclusión, si nos atenemos a los tecnicismos de la lógica de la economía liberal (neoliberal), la propuesta que diseñó la comisión de expertos parece sensata y, de implementarse, podría significar un avance para el sistema tributario colombiano, pero si la miramos desde la óptica del impacto social, se ve que será claramente perjudicial y desventajosa para las personas de menores ingresos  y la clase media asalariada. Desde ese punto de vista hay que decir que el ambiente político es desfavorable para sacar adelante la reforma, porque con un gobernante jugando todo su capital político a la paz, no parece muy viable, ya que el mayor recaudo que se pretende se sustenta en tributos indirectos como el IVA, con cuyo aumento sufren más los sectores de menores capacidades de ingresos.




[1]La inversión extranjera directa en Colombia cayó un 37% en los dos primeros meses de 2016 respecto al año anterior. Ver artículo en el diario El Colombiano del 29 de marzo de 2016. Disponible en http://www.elcolombiano.com/negocios/economia/inversion-extranjera-directa-cayo-en-primeros-meses-de-2016-HL3827191
[2] El IVA quedaría con cinco grupos definidos: no gravados (hoy excluidos), categoría de gravados a 0% (hoy exentos), y categorías de gravados a 5%, a 10% y a 19%. 
[3] El año pasado el gobierno Santos hizo un recorte de $8.5 billones en el presupuesto de esa vigencia y el 22 de febrero de este  año, luego de un Consejo de Ministros, se anunció otro recorte de $6 billones para la vigencia de 2016.

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