miércoles, 30 de septiembre de 2015

El fin del conflicto en Colombia está cerca, pero la paz aún está lejos

Sin duda el nuevo avance presentado, hace 8 días en La Habana, en el proceso de paz con las Farc, se constituye en algo histórico para Colombia después de 50 años de conflicto, y además de ser recibido con alborozo por la mayoría de los colombianos -menos por los uribistas y el procurador- es muy esperanzador para la paz del país, que hay que decirlo de una vez, todavía no llega, aunque se ve cada vez más cerca.

Es claro que la paz no llegará por obra y gracias del acuerdo de la semana pasada sobre justicia transicional. La verdadera paz se empezará a confeccionar durante el postconflicto, quizás la etapa más crítica de todo el proceso, porque es la fase de la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación. Como bien lo dijo el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, en declaraciones de prensa, “lo que está por delante es lo más difícil y no es cómo se firma un acuerdo entre armados, sino cómo los desarmados logran construir una Colombia más justa”.

Siempre se ha dicho que el país sin guerrilla sería otra osa y el mismo Santos lo dijo en La Habana, que con la firma de la paz y el fin del conflicto, la economía crecerá más, habrá más empleo, se mejorará el sistema educativo y el de salud. Uno supone que debe ser así, puesto se liberarán del presupuesto nacional muchos recursos que antes se destinaban a la guerra (ya no será necesario mantener 400.000 efectivos del ejército disponibles, por ejemplo). Sin embargo, justamente ese es el reto del post-conflicto, trabajar por una Colombia más incluyente en lo social, en lo político y en lo económico, acabar con la corrupción (un flagelo tan grande como la guerrilla) y tratar de ir reduciendo la brecha entre rico s y obres, que fue precisamente lo que hace más de 50 años motivó el surgimiento de los grupos guerrilleros.
 
Cortesía
Si bien el gran reto es el post-conflicto, no debemos olvidar que el proceso con las Farc no ha terminado y que en estos 6 meses que corren se debe perfeccionar para concretar también la dejación de arma, sin perder de vista d que muchos aspectos de lo negociado meses atrás todavía no se ha concretado. Por eso, como ejercicio de análisis, creo pertinente  -a renglón seguido- no solamente volver a repesar lo acordado la semana pasada en La Habana (ampliamente difundido ya), sino llamar la atención sobre lo que quedó pendiente, y lo que igualmente está pendiente de los tres puntos acordados meses atrás.

Acuerdo histórico sobre justicia
La fórmula de justicia establecida por las partes en La Habana, sobre los principios de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, contempla la creación de una Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, así como la creación de una Jurisdicción Especial para la Paz, que contará con Salas de Justicia y con un Tribunal para la Paz. Las Salas y el Tribunal estarán integrados principalmente por magistrados colombianos, y algunos extranjeros.

El componente de justicia prevé́ que a la terminación de las hostilidades, de acuerdo con el DIH, el Estado colombiano otorgará la amnistía más amplia posible por delitos políticos y conexos, de cuya investigación y juzgamiento se encargará la Jurisdicción Especial para la Paz. Ella tendrá́ competencia respecto de todos los que de manera directa o indirecta hayan participado en el conflicto armado interno, incluyendo a las Farc y a los agentes del Estado, por los delitos cometidos en el contexto y en razón del conflicto, en especial respecto de los casos más graves y representativos.

La Jurisdicción Especial para la Paz contempla dos tipos de procedimientos: uno para quienes reconocen verdad y responsabilidad, y otro para quienes no lo hacen o lo hacen. A los primeros se les impondrá́ una sentencia, fundada en las conductas reconocidas después de haber sido contrastadas las investigaciones de la Fiscalía General de la Nación, las sanciones impuestas por otros órganos del Estado, las sentencias judiciales existentes, así́ como la información que provean las organizaciones de víctimas y de derechos humanos. Los segundos enfrentarán un juicio contradictorio ante el Tribunal.

Las sanciones que imponga el Tribunal tendrán como finalidad esencial satisfacer los derechos de las víctimas y consolidar la paz y deberán tener la mayor función restaurativa y reparadora del daño causado. Las sanciones para quienes reconozcan delitos muy graves tendrán un mínimo de duración de cumplimiento de 5 años y un máximo de 8 de restricción efectiva de la libertad, en condiciones especiales. Las personas que se nieguen a reconocer su responsabilidad por tales delitos y resulten culpables serán condenadas a pena de prisión hasta de 20 años, en condiciones ordinarias.

Para acceder a cualquier tratamiento especial dentro de la Jurisdicción Especial para la Paz es necesario aportar verdad plena, reparar a las víctimas y garantizar la no repetición.  En el caso de las Farc, la participación en el sistema integral estará́ sujeta a la dejación de armas, que deberá́ comenzar a más tardar a los 60 días luego de la firma del acuerdo final.
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Lo que falta del tema de justicia transicional
En el nuevo ciclo que comienza esta semana, con el claro objetivo de dejar definido el acuerdo a más tardar el 23 de marzo de 2016, se deberán ir despejando algunas dudas que persisten y puntualizando aún más lo acordado la semana pasada.

Por ejemplo, debe establecerse el mecanismo de escogencia de los magistrados del Tribunal Especial para la paz, de los 20 magistrados que lo conformarán cuántos serán extranjeros. Igualmente el gobierno debe promulgar la ley de amnistía en la que se precise taxativamente cuáles son los delitos amnistiables[1] por su contenido político y cuáles tienen conexidad[2] con ellos.

Quedó establecido que para todos aquellos que reconozcan responsabilidades por los delitos competencia del sistema, la sanción tendrá́ un componente de restricción de libertades y derechos que garantice el cumplimiento de las funciones reparadoras y restauradoras de las mismas mediante la realización de trabajos, obras y actividades y en general la satisfacción de los derechos de las víctimas. Debe especificarse -ya que no habrá cárcel como se entiende habitualmente- cómo se dará esa restricción de la libertad, en que sitios y éstos que características tendrán, cuáles son esas condiciones especiales de restricción de la libertad en las que estarán los guerrilleros.

El acuerdo de la semana pasada estipula que para que las Farc puedan participar en el sistema integral de justicia especial, deberán dejar las armas, lo cual debe producirse a más tardar a los 60 días luego de la firma del acuerdo final, es decir, el 23 de mayo del 2016. En la nueva etapa que comienza deberá establecerse entonces como será ese proceso de dejación de armas de las Farc, pues queda claro que no se las van a dar al gobierno colombiano (por eso no se habla de entrega), pero a alguien se las deben entregar, a algún gobierno extranjero -que por ningún motivo debe ser el de Venezuela-, a la ONU; a una comisión especial, en fin. También debe definirse que se hará con esas armas (seguramente se fundirán) quien será el responsable y cuáles serán los mecanismos de verificación y que entidad la hará.

Los primeros acuerdos logrados con las Farc
Desde enero de 2014 el Gobierno y las Farc dieron a conocer los textos completos de los tres puntos acordados en la mesa de diálogos. Seis meses después de haberse instalado la mesa de diálogos de La Habana, las Farc y el Gobierno alcanzaron el acuerdo sobre Política de desarrollo Agrario Integral. En este se crea un Fondo de tierras constituido por tierras incautadas o desaprovechadas y serán entregadas a campesinos, se pactó un plan masivo de formalización de la propiedad y una actualización del catastro rural.

También se acodó que se promoverán planes de desarrollo con enfoque territorial, construcción de infraestructura, desarrollo social y estímulos a la productividad campesina´, al tiempo que se pondrá en marcha una política de seguridad alimentaria y fortalecimiento de mercados regionales.

Más o menos al año de haberse iniciado el proceso se llegó al acuerdo sobre sobre participación política, en el que se estableció la creación  de unas circunscripciones especiales de paz para que puedan participar en política los habitantes de las regiones más golpeadas por el conflicto.

Igualmente se incluyó el compromiso de  desarrollar una ley de garantías y un estatuto de oposición y se acordó la creación de un Sistema Integral de Seguridad para el ejercicio de la política.

En marzo de 2014 se concretó el tercer punto del acuerdo, la solución al problema de las drogas ilícitas. Se estableció el diseño de un programa de sustitución de cultivos de uso ilícito, que incluye un ambicioso plan de sustitución con un proceso de planeación participativa de las comunidades. También se incluyó la adopción de un plan de desminado en todo el territorio nacional, que incluso ya está en marcha (se inició en el Bajo Cauca antioqueño), al tiempo que se decidió que el consumo de drogas se abordará como un problema de salud pública. 

Lo que quedó pendiente de esos tres puntos
Del punto sobre la reforma rural falta por acordar el tema del latifundio y la delimitación de la propiedad; la extranjerización del territorio; la extracción minero-energética y los conflictos de uso del suelo; la regulación de los agrocombustibles; la revisión y renegociación de los tratados de libre comercio; los ajustes a los planes de ordenamiento territorial; la financiación de la política de desarrollo rural y agrario integral; la cuantificación del fondo de tierras; la creación del Consejo Nacional de la Tierra, y las definiciones sobre el derecho real de superficie.

Del acuerdo de participación política quedan pendientes temas como la reestructuración del Estado y la reforma política; la reforma del sistema político electoral; la reforma de los mecanismos de participación ciudadana; la proscripción del tratamiento militar a la movilización y la protesta; la elección popular del procurador, el contralor, el fiscal general y el defensor del pueblo. Igualmente; la participación ciudadana en la definición de políticas de interés nacional; la democratización del acceso al espacio radioeléctrico, y la lucha contra la monopolización de los medios masivos de comunicación.

Del acuerdo inicial sobre drogas quedó por fuera el planteamiento de las Farc de crear una nueva política criminal contra las drogas ilícitas; la transformación estructural del sistema de salud pública que permita encuadrar el desarrollo del programa de prevención y consumo, y la concreción de una conferencia nacional sobre la política de lucha contra las drogas.



[1] El genocidio y los graves crímenes de guerra, entre otros delitos graves como la toma de rehenes u otra privación grave de la libertad, la tortura, el desplazamiento forzado, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales y la violencia sexual, no serán amnistiables.
[2] El pasado 24 de septiembre, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia ratificó que sí hay conexidad del delito de tráfico de estupefacientes con el de rebelión, cuando esa actividad ilegal ha sido cometida para financiar organizaciones insurgentes, lo cual cierra la compuerta de la extradición para los cabecillas de la guerrilla.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

PACTOS DE GOBERNANZA, EL VALOR AGREGADO DE LA CAMPAÑA DE RICO A LA ALCALDÍA DE MEDELLÍN

Además de tener el respaldo ciudadano expresado en más de 150.000 firmas y el aval de varios partidos políticos (Conservador, Partido de la U, Cambio Radical y parte del Liberalismo) la campaña de Gabriel Jaime Rico a la Alcaldía de Medellín ofrece a los medellinenses un plus que las otras no tienen: los pactos de gobernanza.

Estos pactos los firma el candidato con la comunidad, que se organiza para hacer parte de su programa de gobierno. Grupos comunales, juntas de vecinos, clubes de vida, clubes deportivos, gremios de comerciantes, redes de emprendedores, comunidades religiosas, asociaciones de discapacitados, comunidades afrodescendientes, participan de estos pactos, que el candidato concibe como espacios abiertos para construir desde abajo.

Son varios temas de interés los que convocan a las comunidades: movilidad, educación, oportunidades, seguridad, recreación, convivencia, espacio público y disfrute de la ciudad, entre otros.

“Una Administración Pública de Medellín basada en el modelo de gobernanza, es, pues, el primer motor del desarrollo del principio de participación y a la vez el soporte de nuestra óptica de relacionamiento público-privado”, dice textualmente Rico en su programa de gobierno.

Conveniente es hora tratar de precisar desde lo conceptual, y en contexto histórico, que es la gobernanza.

Fotos: Gabriel Jaime Salazar

 ¿Qué es la gobernanza?
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la gobernanza se entiende como elArte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”.[1]

Desde 1990,  con el profesor valenciano, Joan Prats I Catalá, surge un creciente consenso en el sentido de que el actuar público fundamente su legitimidad y eficacia en la calidad de la interacción entre los distintos niveles del gobierno, pero sobre todo entre éstos y  las diferentes organizaciones, tanto de la sociedad civil como empresariales.

La tesis del profesor Prats[2] (quien fuera Director del Instituto Internacional de Gobernabilidad de Catalunya) es sencilla: de la burocracia como paradigma de la racionalidad administrativa se pasó a la Nueva Gestión Pública y de ésta se está transitando a la gobernanza -que coexiste con la burocracia y la gerencia pública-, la cual tiene formas de expresión extraordinariamente plurales.

En definitiva  la gobernanza (llamada por algunos gobierno relacional) es el modo de gobierno característico de una sociedad compleja, diversa, interdependiente y dinámica en la que el Estado (en sus diferentes instancias administrativas) actúa con racionalidad limitada, y en la cual el conocimiento está fragmentado entre diversos actores y la realización de los intereses generales depende de la calidad de la interacción entre las Administraciones Públicas.

Se trata entonces de una especie de gobierno multinivel, en el cual, las relaciones entre los niveles es trascendental, pero también entre éste y las organizaciones de la sociedad civil y del sector privado. La gobernanza es una noción que busca describir una transformación sistémica compleja, que se produce en distintos niveles -de lo local a lo mundial- y en distintos sectores -público, privado y civil-.

La rápida difusión del término gobernanza desde la década del 90 está relacionada con la intención de tomar conciencia sobre un cambio de paradigma en las relaciones de poder, ante una insuficiencia del concepto clásico de gobierno para describir las transformaciones que se han ido produciendo en el contexto de la globalización.

En el complejo mundo globalizado, que articula lo local con lo global (glocal), el gobierno -que no pierde sus funciones tradicionales- se percibe más como coordinador y facilitador. Así la gobernanza se visualiza como un proceso de interacción entre los diferentes actores sociales y políticos y las crecientes interdependencias[3] entre los dos, en las sociedades modernas, que son cada vez más complejas, dinámicas y diversas.

Es claro entonces, que desde el nuevo concepto de gobernanza, los gobiernos no son los únicos actores que deben enfrentar los grandes problemas sociales, sino que éstos constituyen también retos para las organizaciones sociales y empresariales.

Sin embargo, no hay un modelo único de gobernanza, sino que su estructura varía según el gobierno y el nivel administrativo considerados, según advierte el profesor Prats I Catalá, pues debe ser multifacética y plural, orientada a buscar la eficiencia adaptativa y por tanto exige flexibilidad y experimentación.

Los roles de la administración pública alineada con el modelo de gobernanza democrática, apuntan no sólo al desarrollo de la función legal y normativa (cumplir y hacer cumplir la ley), sino también a la función de gestión de servicios orientada a generar protección o bienestar a los ciudadanos, y a la función relacional expresada en el diálogo, la consulta, la participación, la colaboración y cooperación con la sociedad civil.

Lo que no es la gobernanza
Pese a que en general hoy existe consenso en que la gobernanza es una nueva forma de gobernar en la que la eficacia y legitimidad de los gobiernos democráticos se fundamenta en la calidad de la interacción entre éstos y las organizaciones  económicas y sociales, según Josep Pascual y Xavier Godás[4], es necesario no confundirla con otros conceptos como gobernabilidad.

Explican los autores que la gobernabilidad es la capacidad de un gobierno para formular y llevar a la práctica decisiones públicas mediante los cauces institucionales vigentes. Es un atributo del sistema político, de su resultado operativo.

Por su parte, el buen gobierno, se refiere a gobernar bien, a que el gobernante sea capaz de tomar decisiones, de hacer que se cumplan y que ellas tengan algún impacto sobre la comunidad gobernada. Los modos de actuación pueden ser el burocrático, el gerencial o la misma gobernanza.

La evaluación de impacto, aplicada a la gestión de las políticas públicas, examina la dinámica operativa y finalista del gobierno, pero no el proceso político de la gobernanza como modo de gobernar.

Tampoco debe confundirse la gobernanza con la dimensión participativa promovida por el gobierno, en la cual la participación ciudadana tiene un carácter instrumental en beneficio de los objetivos previamente definidos por el gobierno para maximizar la productividad de la administración pública.

Cómo analizar o estudiar la gobernanza
El Instituto de Gobernanza Empresarial y Pública[5] (IGEP) de Argentina, propone que el estudio de la gobernanza debe  centrarse en todos los mecanismos, procesos y reglas a través de los cuales se ejerce la autoridad económica, política y administrativa de una organización, tanto empresarial como estatal o del tercer sector (ONGs). Busca comprender cómo queda determinada la conducta de las instituciones por todo el variado conjunto de agentes y reglas que influyen sobre ella.
Este moderno enfoque multidisciplinario analiza, entre otras cosas:
· Cuál es el diseño interno de una estructura organizacional.
· Cómo opera el sistema de incentivos que regula las relaciones entre sus miembros.
· Cómo impactan las normas legales que rigen sus acciones.
· Cuáles son las restricciones morales y sociales que pesan sobre la conducta de sus funcionarios, directivos o gerentes.
· Cómo influyen en la organización los distintos actores (stakeholders), con intereses potencialmente afectados por ella.

De acuerdo con el IGEP, los principales grupos de disciplinas académicas involucrados en el estudio de la gobernanza,  son: las teorías del comportamiento de las organizaciones y los aspectos sociales del management, las teorías económicas de los costos transaccionales y la economía institucional, las teorías jurídicas sobre la personalidad de las sociedades y el derecho laboral, las teorías financieras sobre corporate governance y su regulación legal, las nuevas teorías sobre recursos humanos y liderazgo, la filosofía de la economía, la ética en los negocios, la ciudadanía corporativa y la responsabilidad social empresarial (RSE), los estudios de políticas públicas y las regulaciones de las relaciones entre el Estado, las empresas y las ONGs.


[1] Diccionario de la lengua española (22.ª edición), Real Academia Española, 2001.
[2] Prats I Catalá, Joan (2005). De la burocracia al management, del management a la gobernanza, las transformaciones de las administraciones públicas de nuestro tiempo. Instituto Nacional de Administración Pública. Madrid.
[3] Kooiman, Jan (2003). Consejo de gobierno. Sage.
[4] Pascual, Josep y Godás, Javier. El buen gobierno 2.0: La gobernanza Democrática Territorial. Ciudades y regiones por la cohesión social y una democracia de calidad. Valencia. Tirant Lo Blanch, 2010. P.p. 20-21.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

CRISIS GENERADA EN LA FRONTERA CON COLOMBIA ESCONDE LA CRISIS POLÍTICA Y ECONÓMICA DE VENEZUELA

Mucha agua ha corrido debajo del puente desde que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, decidiera cerrar la frontera con Colombia[1] y con improperios, demolición de sus casas y maltratos, expulsara a los colombianos de su territorio, ocasionando una verdadera crisis humanitaria de este lado del mojón limítrofe.

Para buscar salida a la situación, se han reunido infructuosamente las cancilleres de ambos países -en dos ocasiones, una en Cartagena y otra en Quito-, también los obispos; se han creado corredores humanitarios para trabajadores y estudiantes, y hasta se intentó una reunión entre Maduro y Santos en Uruguay (que finalmente no cuajó), todo ello acompañado de declaraciones de uno y otro mandatario en los medios de comunicación y de la decisión de más cierres fronterizos por parte del gobierno venezolano y hasta de la violación del espacio aéreo colombiano por aviones venezolanos, en dos ocasiones.

Todas las acciones del gobierno de Maduro hacen parte de su intento de seguir desviando la atención de los problemas internos de Venezuela en lo político y económico. Es verdad que hay contrabando en la frontera -siempre lo ha habido, hacia un  lado o hacia el otro dependiendo de las tasas de cambio- y también hay paramilitares y otros grupos armados ilegales que son los dueños de ese negocio, lo mismo que el del narcotráfico, pero en connivencia con la corrupta Guardia Nacional Bolivariana.

Maduro sabe eso, pero quiso aprovechar el incidente entre los paramilitares y la guardia venezolana (que quería mayor participación en el lucrativo negocio ilícito) para poner a todos los colombianos -incluyendo a los de bien que viven y trabajan en el vecino país- como los culpables de los males de Venezuela.

El heredero de Chaves quiso entonces, mediante mensajes xenófobos contra los colombianos, que nuestros compatriotas fueran vistos por los venezolanos como los responsables de la crisis de abastecimiento de Venezuela y se olvidarán de los altos precios de los productos, mientras él sacaba réditos políticos, mejorando su popularidad de cara a las próximas elecciones parlamentarias.

También es cierto que del lado colombiano, tanto el presidente Santos como el ex presidente Uribe igualmente quisieron sacar ventaja en época pre-electoral en Colombia. Obviamente esta crisis favorece más al ex presidente y senador Uribe, cuya favorabilidad ha venido creciendo.



Sin embargo, fue Maduro, quien procediendo como lo ha hecho, ha querido poner una espesa cortina de humo a la profunda crisis económica y política de su país, como lo detallaremos a continuación.

Desabastecimiento y carestía de productos
Venezuela dejó de dar a conocer las cifras oficiales de su economía desde septiembre de 2013. Sin embargo,  analistas serios se las han arreglado para conocer la dura realidad económica venezolana y hacen pronósticos nada alentadores.

Esos analistas dan cuenta del descuadre macroeconómico del gobierno de Maduro, el cual se explica fundamentalmente por la reducción de su principal fuente de ingresos: la exportación de petróleo. El chorro de dinero que le entra a Venezuela por este concepto es cada vez más pequeño, pues este año el barril del crudo, que inició por los lados de 80 dólares , hoy está en 38 dólares, es decir, ha descendido más del 50 por ciento.

Esa falta de dinero llevó al gobierno revolucionario a emitir moneda, lo cual hace que ésta se devalúe y tenga un efecto devastador en el costo de los alimentos y productos de consumo. Hoy Venezuela tiene lo que técnicamente se conoce como estanflación,  que es una situación económica que se caracteriza por un estancamiento económico acompañada por un alza persistente de los precios, a lo cual el gobierno responde con alza de los salarios. Sin embargo, el aumento de los salarios es absorbido de inmediato por el alza de precios, que  es de tal dinámica que ya en Venezuela prácticamente se puede hablar de hiperinflación[2]. Ejemplo de ello es que una canasta de huevos que valía 25 bolívares en julio, hoy vale 725 bolívares, es decir, alrededor del 10% de un salario mínimo mensual que está en alrededor de 7.500 bolívares (de los nuevos).

 La firma Ecoanalítica estimó que la inflación en el vecino país ronda el 120% y que puede llegar al final del año en el 200%. A esto se suma que el índice de escasez -el último dato es de marzo de 2014 y fue del 29,4%- ha seguido creciendo y algunos analistas ya lo estiman en el 75%. 


Hasta comienzos de agosto el gobierno venezolano calificaba a los empresarios de “especuladores y acaparadores” y los culpaba de generar la abultada inflación, pero tres semanas después, buscando réditos políticos, los nuevos culpables eran los colombianos de la frontera (estados de Táchira y Zulia), a quienes acusó de apropiarse del 40% de los productos venezolanos. 

Pero la situación más bien se origina en los controles de precios y cambiario -que provocan barreras- y en un modelo económico que mueve a los ciudadanos no a depender de su capacidad productiva, sino de los subsidios y ayudas del Estado. Ello a su vez se traduce en un incentivo para el contrabando. El problema se genera cuando el Gobierno venezolano en su mirada de la economía subsidia y regula los precios de los productos, beneficios que aprovechan los contrabandistas, quienes mercan barato en Venezuela para vender caro en Colombia”, destaca una investigación del periodista Santiago Cárdenas Herrera, de la semana pasada en el diario El Colombiano[3], en la que se agrega que según cifras del gobierno colombiano, los contrabandistas venden en el país los productos por seis veces su precio original.

No crece el PIB y aumenta el déficit fiscal
Por el lado del Producto interno Bruto (PIB) y el déficit fiscal, el panorama no es menos oscuro. Para el 2014 el Banco Mundial estimó en un 4% la caída de la economía, mientras el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó en 14 puntos del PIB el déficit fiscal.

De acuerdo con las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, FMI; la situación es peor este año, pues esa entidad y el Banco Mundial, BM, proyectan una nueva caída, esta vez de 7% en el PIB.  El portal informativo lapatilla.com aseguró que tuvo acceso a datos extraoficiales del Banco Central de Venezuela (BCV) que indican que en el primer trimestre de 2015 la economía del vecino país se contrajo 7,6% y en el segundo trimestre la contracción fue del 8,1%, según revela en una publicación fechada el 28 de agosto de 2015. Ecoanalítica estima que este año la reducción del PIB venezolano será del 10%.

Por el lado del abultado déficit fiscal, la explicación se encuentra en que los ingresos petroleros venezolanos representan 96% de los ingresos del Estado y en lo corrido del año éstos han caído más de 50%. Pero esa no es la única causa del déficit, buena parte de él se explica por al desastre cambiario[4], que ha provocado mayores restricciones al aparato productivo y ha desatado una crisis especulativa de proporciones inconmensurables.

Por el lado de los empresarios colombianos, el efecto negativo es menor, sencillamente porque han dejado de atender el mercado venezolano. De acuerdo con datos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, entre enero y junio de este año las exportaciones a Venezuela cayeron 37,6% (Las del sector minero-energético descendieron 71,7%, y las de bienes manufacturados cayeron 21,8%)[5].

Otra causa del gran déficit fiscal venezolano es que mientras el gobierno recorta las divisas para las importaciones del sector productivo, mantiene ‘el chorro’ para el gasto público, con la idea de seguir dando subsidios a las personas de menores ingresos con el fin de mantenerlas alineadas políticamente. 

De ahí la imperiosa necesidad del gobierno de Maduro de obtener préstamos con China[6]. 
Por eso el Banco Interamericano, BID, calculó que el déficit fiscal del vecino país ronda los 14 puntos del PIB, y algunos expertos consideran que puede cerrar el año en el 18% del PIB.

Como si esto fuera poco, las reservas internacionales (recursos para cubrir importaciones y deuda externa), han bajado desde los US$22.070 millones de dólares de comienzo del año -según cifras del BCV- a los US$16.527 millones con corte al 24 de agosto (caída del 25,1%), pese a los ingresos de recursos provenientes de préstamos otorgados por el gobierno chino.

La magnitud del problema económico que vive Venezuela en pleno año electoral explica el interés del gobierno del presidente Nicolás Maduro por tratar de cubrir con cortinas de humo el desastre, y que mejor manera, que echarle la culpa a los colombianos.



Clima político desfavorable
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, inició el 2015 en su peor momento de popularidad (22,6%), lo que sumado a la anotada reducción del 50% en el precio del petróleo en el mercado internacional, complica aún más el panorama político para el chavismo este año de elecciones parlamentarias, que están previstas para el 6 de diciembre.

Y es que la popularidad de Maduro ha retrocedido considerablemente desde que asumió la jefatura del Estado. En abril, de 2013, ganó las elecciones con 50,6% de los votos y una diferencia de apenas 223.000 sufragios sobre el líder opositor Henrique Capriles Radonski. En enero de 2015, después de 21 meses de gestión de Maduro, con una economía en recesión y una inflación galopante, el 86% de los consultados evaluaba negativamente la gestión del heredero de Chaves y el 81,6% de los encuestados consideraba de regular a muy mala la situación del país.

La popularidad de Maduro igualmente se deterioró con las imágenes del maltrato a los colombinos dadas a conocer a la comunidad internacional por todos los medios importantes del mundo y se resintió aún más con el juicio sin garantías al líder opositor, Leopoldo López, quien la semana pasada fue condenado a 13 años y 9 meses de prisión.

Este panorama hace difícil que el gobierno pueda ganar las elecciones, lo que sería un claro problema político para el gobierno, pues con el descuadre económico y las malas jugadas políticas de Maduro, se está fortaleciendo la oposición, que puede salir favorecida en las próximas elecciones de diciembre. 

Para no correr ese riesgo, el chavismo tiene dos opciones. La  primera recurrir nuevamente al fraude -como parece que ocurrió en las elecciones presidenciales en las que  Maduro ganó por estrecho margen- y en segundo lugar crear un conflicto externo para movilizar a su favor a la opinión pública nacional y distraer la atención de los graves problemas internos existentes, a los cuales hemos ya aludido, y que pareciera que es lo que quiere hacer el gobierno venezolano con los sobrevuelos de aeronaves de combate en el espacio aéreo colombiano.

Por el momento, hay que concluir, como lo dice María Jimena Duzán[7], que la actual crisis limítrofe deja tres cosas bien claras. “La primera es que se necesitó que Maduro cerrara la frontera para que Bogotá por fin pusiera sus ojos en Cúcuta. La segunda, que esta crisis va para largo. Maduro ha descubierto que internamente este anticolombianismo le da oxígeno a su régimen moribundo. Y la tercera, es una verdad: la economía subterránea se apoderó de nuestras fronteras”.




[1] El 20 de agosto el presidente venezolano ordenó el cierre, inicialmente por 72 horas y después de manera indefinida.
[2] Subida del nivel de precios muy rápida y continuada, que provoca que la gente no retenga el dinero, por su pérdida de valor constante.
[3] Artículo: “Así es el contrabando que desangra a Venezuela y Colombia”. Disponible en: http://www.elcolombiano.com/asi-es-el-contrabando-que-desangra-a-venezuela-y-a-colombia-AH2696332 (consultado el 10 de septiembre de 2015)
[4] En el primer semestre de 2015 los empresarios venezolanos sintieron un recorte de 60,8% en el flujo de divisas, lo que, según Ecoanalítica, redujo los planes de producción de la industria y atizó el alza de precios.
[5] El intercambio comercial entre Colombia y Venezuela en 2008 llegaba a los US$7.300 millones (su pico más alto).  En el primer semestre de este año el intercambio sólo fue de US$631 millones, lo que indica que este año podría superar los US$1.000 millones escasamente.
[6] En su reciente gira, a comienzos de septiembre, Maduro consiguió otros 5.000 millones de dólares, con lo cual los préstamos que la nación asiática le ha otorgado a Venezuela suman 50 mil millones de dólares.
[7] “Desde la frontera”, artículo en la revista Semana. Disponible en:  http://www.semana.com/opinion/articulo/maria-jimena-duzan-desde-la-frontera/442216-3 (Consultado el 13 de septiembre de 2015)