miércoles, 23 de marzo de 2016

Colombia: Viacrucis de un gobernante al que el país se le salió de las manos

Los últimos cinco presidentes de Colombia se han caracterizado por generar grandes expectativas frente a su mandato, al proponer asuntos determinantes para la vida del país. Sin embargo, al concentrase en un solo asunto -que en muchos casos tampoco resuelven debidamente- descuidan otros aspectos importantes para los colombianos y terminan sus mandatos de manera deslucida y con su popularidad en declive. Esa ha sido las constante desde Gaviria hasta Santos, pasando por Samper, Pastrana y Uribe.



“Bienvenidos al futuro” fue la frase lapidaria con la que César Gaviria Trujillo terminó su discurso de posesión el 7 de agosto de 1990, significando con ello que con la aplicación del llamado Consenso de Washington[1], el país saldría de la postración económica y generaría mayor bienestar para todos. Efectivamente, durante la administración Gaviria, se promovió el proceso de apertura económica[2], mediante la reducción de los aranceles y las barreras al comercio y se abrieron las puertas a la inversión extranjera, que masivamente empezó a llegar al país para apoderarse de empresas privadas (Coltabaco y Bancoquia, por ejemplo) y estales (Telecom) y entró al próspero negocio de la Seguridad Social (EPS y fondos de pensiones y cesantías).

Aunque durante el mandato Gaviria se reunió la Asamblea Nacional Constituyente que dio una nueva carta magna la país y con ella una luz de esperanza para los colombianos, la aplicación del recetario económico de Washington no pudo ser más devastador. Las empresas colombianas perdieron competitividad en el mercado interno, sin estar preparadas para conquistar mercados externos, la flexibilización laboral aumentó el desempleo y la informalidad, y aunque se emprendieron planes de modernización de la infraestructura de puertos, vías y comunicaciones, no fueron suficientes. Todo ello, amén de la época de terror que sembró Pablo Escobar Gaviria mediante atentados terroristas que parecían interminables y doblegaban el espíritu de los colombianos, sin que el gobierno fuera capaz de sortear adecuadamente la situación.

Aunque analistas dicen que Ernesto Samper Pizano tenía uno de los programas sociales mejor estructurados de los últimos años en Colombia, su gobierno no pudo desarrollarlos a cabalidad, ya que el mandatario se dedicó a defenderse de las acusaciones de ingreso de dineros del narcotráfico en su campaña (Proceso 8.000). Su sucesor, Andrés Pastrana Arango, si bien consolidó toda la estructura estatal para facilitar el comercio exterior a los empresarios colombianos, lo más recordado de su gestión es la puesta en marcha del controvertido Plan Colombia[3] y el fallido proceso de paz con las Farc, en desarrollo del cual su administración acepta la desmilitarización 42.000 kilómetros cuadrados en la zona de despeje de El Caguán, la cual fue aprovechada por la guerrilla para fortalecerse militar y políticamente, así como para incrementar los secuestros y las extorsiones.

Fue precisamente ese frustrado proceso con las Farc y el truncado anhelo de paz de los colombianos, lo que hizo que cobrara vitalidad el discurso guerrerista (Mano fuerte y Corazón grande) de un político regional, de estirpe campesina, como Alvaro Uribe Vélez, quien con su promesa básica de acabar con la guerrilla, llega al poder el 7 de agosto de 2002[4].

Si bien durante sus ocho años de gobierno el presidente Uribe propinó duros golpes a las Farc, como la muerte de Raúl Reyes el 01 de marzo de 2008, no solamente no acabó con esa guerrilla, sino que con la extradición de los principales jefes paramilitares, se descuadernó la estructura de las Autodefensas Unidas de Colombia, que devinieron en las hoy conocidas Bacrim (Bandas Criminales) como los Usúga y Los Urabeños, enfrascadas en continuas disputas territoriales por el negocio del narco y microtráfico en Colombia.

Pero además, el gobierno de Uribe pasó tristemente a la historia como el de los falsos positivos, las chuzadas telefónicas a periodistas, líderes sindicalistas y de izquierda, así como a magistrados de las altas cortes; el escándalo de la parapolítica y el de Agro Ingreso Seguro. Además durante sus dos periodos de gobierno, Uribe llevó a cabo impopulares reformas en los campos laboral, tributario y pensional.

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Santos: caso aparte
Mención aparte merece el actual presidente de los colombianos, quien se las arregló para hacer parte de los gobiernos anteriores, con excepción del de Samper. Fue ministro de Comercio con César Gaviria, luego de Hacienda con Pastrana y fue el ministro de Defensa de Uribe, quien lo nombró en el cargo en 2006.

Al igual que sus antecesores, pero especialmente Pastrana y Uribe, Santos ha tenido un asunto prioritario en sus dos mandatos. Pastrana se jugó todo por la paz, Uribe le apostó a la guerra y al exterminio de las Farc, y ahora nuevamente Santos le apuesta a la paz, pero descuidando otros aspectos vitales en la vida del país.

Santos, en su afán de pasar a la historia como el presidente que firmó la paz con la guerrilla más antigua del mundo, ha cometido incluso la torpeza de poner fechas  tope para la firma de los acuerdos y en su obstinación por la paz ha descuidado temas trascendentales como el litigio por la plataforma continental con Nicaragua[5], sacar adelante la reforma a la educación superior (que tuvo que engavetar ante la férrea oposición de los estudiantes universitarios), está pendiente una reforma a fondo del sistema penitenciario y carcelario del país y hace falta un reforma también de fondo a la justicia en Colombia, pues la reforma del Equilibrio de Poderes no resultó suficiente. Por otro lado, Santos no ha actuado diligentemente en el caso de corrupción de la llamada ´Comunidad del anillo´ en la Policía Nacional.

Como si fuera poco, su gobierno ha manejado de manera desacertada el sector energético, porque no se sabe a dónde fueron parar US$10 millones de dólares del cargo por confiabilidad que supuestamente eran para acometer las obras que permitieran conjurar los efectos adversos del fenómeno climatológico de El Niño. En este aspecto no solamente estamos ad portas de drásticos racionamientos, sino que para empeorar el asunto, su gobierno vendió a Isagén y semanas después anunció que Colombia deberá comprarle energía eléctrica a Ecuador y gas a Venezuela.

Santos tiene pendiente además, llevar al Congreso el proyecto de la cacareada reforma tributaria estructural para hacer frente a la reducción de ingresos por la caída de los ingresos petroleros (debido a los bajos precios internacionales) y la toma de medidas tendientes a frenar la creciente inflación (en gran parte debida a la devaluación del peso frente al dólar) y reactivar el crecimiento económico y la generación de empleo.

Pareciera que Santos estuviese aplazando estas medidas en materia económica, que a todas luces son impopulares -como el aumento del IVA y la reducción del tope de ingresos para que más colombianos entren a tributar- y estar apostando todo su capital político a la firma del proceso de paz con las Farc, esperando que ello le permita recuperar la popularidad perdida en el país y le de prestigio internacional.



[1]El concepto y nombre del consenso de Washington fue Presentado por primera vez en 1989 por John Wiliamson, economista del Instituto Paterson de Economía Internacional. Resume una serie de temas comunes entre instituciones de asesoramiento político con sede en Washington, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, de los cuales se creían necesarios para la recuperación económica de los países Latinoamericanos afectados por las crisis económicas y financieras de los 80.
[2]Se creó el Ministerio de Comercio Exterior (ley 07 de enero 16 de 1991).
[3] Su verdadero nombre es Plan para la Paz y el Fortalecimiento del Estado. Es un acuerdo bilateral constituido entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos, con el fin de generar una revitalización social y económica, terminar el conflicto armado en el país y crear una estrategia de lucha contra el narcotráfico. Se firmó en 1999 durante las administraciones de los presidentes Andrés Pastrana y Bill Clinton.
[4] El 26 de mayo de 2002 fue elegido Presidente de la República en primera vuelta con el 54.51% de los votos. El 28 de mayo de 2006, luego de que el Congreso de la República aprobara una reforma constitucional que permite la reelección del Presidente de la República, Álvaro Uribe es reelegido.
[5] En sentencia del 19 de noviembre de 2012, la Corte Internacional de Justicia, resolvió a favor de Nicaragua el caso sobre la disputa territorial y de delimitación marítima con Colombia, iniciado por el país centroamericano en 2001. La semana pasada  la CIJ se declaró competente para resolver las demandas de Nicaragua sobre Colombia.

1 comentario:

  1. Muy interesante análisis, documentado y serio. Me gusta mucho porque es equilibrado, no està escrito con los usuales sesgos amañados de algunos "opinadores".

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