Después
de malas administraciones y contingencias externas que afectaron sus ingresos,
la Cooperativa Consumo quedó ad portas
del cierre y para que recupere su flujo de caja y la sostenibilidad fue
intervenida por la Superintendencia de la Economía Solidaria, que desde el
pasado 4 de septiembre encomendó esa misión a Enrique Valencia Montoya, agente especial del ente de vigilancia.
Y es
que muchos indicadores de la entidad son preocupantes y reflejan, no solo la falta de liquidez
de la cooperativa y la pérdida de rentabilidad del patrimonio (propio y de los
asociados), sino que dan cuenta de la
pérdida de su rumbo durante la gerencia de Gustavo León Castillo, quien la
condujo a perder más de $11.000 millones de pesos en los últimos 3 años ($4.755
millones el año pasado, con un aumento del 227%).
El primer hecho negativo es que en 2014 los ingresos operativos (ventas)
de la cooperativa descendieron 7,67% frente al 2013, al totalizar los $165.214
millones, lo cual es preocupante, pues para generar excedentes y enjugar las
pérdidas acumuladas hay que vender más, así de sencillo. El Ebitda fue negativo
(-$2.186 millones) y el margen de Ebitda también (-1,32), lo cual refleja la
falta de liquidez de la entidad.
Igualmente, el ROA, que consiste
en la relación
entre el beneficio obtenido en un determinado período y los activos globales de
una empresa, o en
otras palabras, mide la rentabilidad de los activos, fue también negativo
(-3,61). También fue negativo el ROE
(-5,13), es decir, la rentabilidad de los fondos propios (Patrimonio), en este
caso de la cooperativa y los asociados.
Consumo La Floresta |
Inicios de El Consumo
Si el Cooperativismo es un sistema social y
económico, basado en la libertad, la igualdad, la participación y la
solidaridad, una cooperativa puede definirse, como una empresa económica
formada por personas de una comunidad (vereda, municipio, zona o región), con
problemas y necesidades comunes (como: alto costo de la vida, bajos precios por
los productos cosechados y desempleo, entre otros) y que buscan solucionarlos
uniendo y organizando sus esfuerzos y recursos para desarrollar una actividad
económica y defender sus intereses. Bajo estos principios se creó hace más de
50 años la Cooperativa Consumo.
La Cooperativa Consumo es la cristalización de un sueño de 22
profesionales -médicos, economistas, ingenieros civiles, educadores y abogados,
entre otros- que junto a varios ingenieros agrónomos adscritos a la Secretaría
de Agricultura de Antioquia, el 13 de mayo de 1963 dieron vida a la entidad.
El Consumo inició labores en 1964 con 13 empleados en el barrio San
Benito, hoy son 580 colaboradores en 15 supermercados[1],
empleos que están en riesgo, por esa pérdida de valores y objetivos
cooperativos.
Su principal compromiso estatutario fue luchar contra el acaparamiento y
los altos precios de la canasta familiar, el cual se ha perdido en la
actualidad, debido en parte al entorno de competencia, pero fundamentalmente
por políticas apartadas de los principios cooperativos.
En ese entonces, siguiendo la filosofía de los pioneros de Rochdale[2],
los fundadores no exigieron grandes aportes sociales sino el compromiso de
comprar los productos ofrecidos en venta, aspecto que también se ha venido
perdiendo, porque debido a los altos precios de venta, hoy muchos asociados no
mercan en la cooperativa.[3]
Pérdida del sentido solidario
Desde mi punto de vista es claro que el doctor Castillo
no tuvo en cuenta los principios cooperativos ni los objetivos que movieron a
los fundadores para crear la cooperativa, olvidando que el centro de cualquier
entidad solidaria son los asociados. Quiso administrar al Consumo como se
administra la competencia, se dedicó a abrir dos almacenes por año, utilizando
los recursos del flujo de caja que son indispensables para el día a día de la
actividad de la cooperativa y orientó sus diferentes proyectos gerenciales y de
mercadeo hacia los terceros, es decir, los clientes, y no hacia la amplia base
de asociados.
Tras su salida, en el poco tiempo que estuvo el médico Ricardo Esteban Betancur Posada como
gerente y luego Diego Almanza (en su calidad de encargado), se trató de
enderezar el camino, pero no se logró, pues más o menos se siguió con la misma
óptica.
Consumo Los Colores |
Todo ello condujo a que El Consumo perdiera su capacidad reguladora de
precios y para poder cubrir los ambiciosos planes de expansión aumentara los
márgenes de utilidad en sus diferentes categorías de productos -tanto o más que
la competencia-, lo que ocasionó que de manera progresiva los asociados dejarán
de comprar en su cooperativa, lo que a su vez explica la baja en las ventas. De
las 103.000 personas registradas como socios que tiene la cooperativa, sólo 30.000 están vigentes o activos[4].
Recomponer el camino
Aunque es bastante difícil que la cooperativa vuelva a ser reguladora de
precios -como lo fue en su origen en la década del 60- debido a que en ese
entonces la economía colombiana era cerrada (con aranceles altos a los
productos importados) y desde 1990 es una economía abierta (con productos
importados muy baratos), sí se deben buscar alternativas y diseñar mecanismos
para ofrecer productos más baratos que la competencia, lo cual sería muy bien
visto por los asociados, que volverían a comprar en la cooperativa, dado que
sus precios serían más competitivos.
Se dirá que una decisión como esa puede reducir los márgenes de
ganancia, sin embargo en el mediano y largo plazo, conducirá al aumento de los
ingresos por mayor volumen de ventas, al tiempo que se logra que los asociados
sean cada vez más activos comprándole a la cooperativa.
Ello sin dejar de lado que los asociados deben ser los destinatarios de
los mayores descuentos frente a los terceros (clientes en general, no
asociados). Por ejemplo, en vez de dar un descuento del 20% a todos los
clientes (5% adicional para los asociados) en la compra de frutas y verduras, se
debe ofrecer directamente un descuento del 25% a los asociados, y disminuir la
rebaja para los clientes (no asociados) al 15% o incluso al 10%.
Con acciones como las anteriores -seguramente en el mediano plazo-
además de lograr que un mayor número de asociados esté activo al comprar de
manera más frecuente en los supermercados de la cooperativa, se incentiva que
los terceros (clientes no asociados) se vinculen directamente a la entidad como
asociados, al ver los beneficios inmediatos que obtienen comprando, a lo que
habría que adicionar los demás beneficios en educación y salud, por ejemplo.
Complemento de ello es imperativo, como consignan los estatutos, fidelizar a
los asociados.
Para lograr brindar productos más baratos que la competencia, la
estrategia a desarrollar es establecer relaciones comerciales con cooperativas
o pre-cooperativas de productores para vincularlas como proveedores, eliminando
los intermediarios. De esta manera se logran dos objetivos, pues además de
ofrecer buenos productos a más bajos precios a los asociados, se ayudaría a
otras entidades solidarias, fortaleciendo así el modelo cooperativo.
Acciones y estrategias
como estas deben ayudar a aumentar progresivamente las ventas -que vienen en
franco deterioro- y a mejorar el flujo de caja, indispensable para la adecuada
operación diaria de sus 15 supermercados.
Como única cooperativa del país dedicada a la comercialización de
productos de la canasta familiar, Consumo se ha sabido adaptar a los vaivenes
del entorno económico y la competencia -y seguramente ahora también lo hará-
siempre y cuando recupere su sentido social cooperativo y ponga al asociado en
el centro de sus políticas y estrategias, adicional a lo cual se requiere diseñar una estructura
que mejore la comunicación entre los diferentes estamentos de la entidad
solidaria.
[1]Pedregal, La América, Rionegro,
Niquía, Belén, Buenos Aires, Caldas, Envigado, Poblado, Bello, Floresta, San
Joaquín, Los Colores, Terracina y Laureles.
[2]La primera
cooperativa propiamente dicha surgió en la población de Rochdale (Inglaterra)
en 1.844, formada por 28 trabajadores de una fábrica.
[3]
Hoy la Cooperativa
Consumo tiene registrados 103.000 asociados.
[4]
Para estar vigente como
asociado se deben efectuar compras por el equivalente a dos salarios mínimos mensuales
vigentes como mínimo al año ($1.374.000).
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