miércoles, 30 de septiembre de 2015

El fin del conflicto en Colombia está cerca, pero la paz aún está lejos

Sin duda el nuevo avance presentado, hace 8 días en La Habana, en el proceso de paz con las Farc, se constituye en algo histórico para Colombia después de 50 años de conflicto, y además de ser recibido con alborozo por la mayoría de los colombianos -menos por los uribistas y el procurador- es muy esperanzador para la paz del país, que hay que decirlo de una vez, todavía no llega, aunque se ve cada vez más cerca.

Es claro que la paz no llegará por obra y gracias del acuerdo de la semana pasada sobre justicia transicional. La verdadera paz se empezará a confeccionar durante el postconflicto, quizás la etapa más crítica de todo el proceso, porque es la fase de la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación. Como bien lo dijo el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, en declaraciones de prensa, “lo que está por delante es lo más difícil y no es cómo se firma un acuerdo entre armados, sino cómo los desarmados logran construir una Colombia más justa”.

Siempre se ha dicho que el país sin guerrilla sería otra osa y el mismo Santos lo dijo en La Habana, que con la firma de la paz y el fin del conflicto, la economía crecerá más, habrá más empleo, se mejorará el sistema educativo y el de salud. Uno supone que debe ser así, puesto se liberarán del presupuesto nacional muchos recursos que antes se destinaban a la guerra (ya no será necesario mantener 400.000 efectivos del ejército disponibles, por ejemplo). Sin embargo, justamente ese es el reto del post-conflicto, trabajar por una Colombia más incluyente en lo social, en lo político y en lo económico, acabar con la corrupción (un flagelo tan grande como la guerrilla) y tratar de ir reduciendo la brecha entre rico s y obres, que fue precisamente lo que hace más de 50 años motivó el surgimiento de los grupos guerrilleros.
 
Cortesía
Si bien el gran reto es el post-conflicto, no debemos olvidar que el proceso con las Farc no ha terminado y que en estos 6 meses que corren se debe perfeccionar para concretar también la dejación de arma, sin perder de vista d que muchos aspectos de lo negociado meses atrás todavía no se ha concretado. Por eso, como ejercicio de análisis, creo pertinente  -a renglón seguido- no solamente volver a repesar lo acordado la semana pasada en La Habana (ampliamente difundido ya), sino llamar la atención sobre lo que quedó pendiente, y lo que igualmente está pendiente de los tres puntos acordados meses atrás.

Acuerdo histórico sobre justicia
La fórmula de justicia establecida por las partes en La Habana, sobre los principios de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, contempla la creación de una Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, así como la creación de una Jurisdicción Especial para la Paz, que contará con Salas de Justicia y con un Tribunal para la Paz. Las Salas y el Tribunal estarán integrados principalmente por magistrados colombianos, y algunos extranjeros.

El componente de justicia prevé́ que a la terminación de las hostilidades, de acuerdo con el DIH, el Estado colombiano otorgará la amnistía más amplia posible por delitos políticos y conexos, de cuya investigación y juzgamiento se encargará la Jurisdicción Especial para la Paz. Ella tendrá́ competencia respecto de todos los que de manera directa o indirecta hayan participado en el conflicto armado interno, incluyendo a las Farc y a los agentes del Estado, por los delitos cometidos en el contexto y en razón del conflicto, en especial respecto de los casos más graves y representativos.

La Jurisdicción Especial para la Paz contempla dos tipos de procedimientos: uno para quienes reconocen verdad y responsabilidad, y otro para quienes no lo hacen o lo hacen. A los primeros se les impondrá́ una sentencia, fundada en las conductas reconocidas después de haber sido contrastadas las investigaciones de la Fiscalía General de la Nación, las sanciones impuestas por otros órganos del Estado, las sentencias judiciales existentes, así́ como la información que provean las organizaciones de víctimas y de derechos humanos. Los segundos enfrentarán un juicio contradictorio ante el Tribunal.

Las sanciones que imponga el Tribunal tendrán como finalidad esencial satisfacer los derechos de las víctimas y consolidar la paz y deberán tener la mayor función restaurativa y reparadora del daño causado. Las sanciones para quienes reconozcan delitos muy graves tendrán un mínimo de duración de cumplimiento de 5 años y un máximo de 8 de restricción efectiva de la libertad, en condiciones especiales. Las personas que se nieguen a reconocer su responsabilidad por tales delitos y resulten culpables serán condenadas a pena de prisión hasta de 20 años, en condiciones ordinarias.

Para acceder a cualquier tratamiento especial dentro de la Jurisdicción Especial para la Paz es necesario aportar verdad plena, reparar a las víctimas y garantizar la no repetición.  En el caso de las Farc, la participación en el sistema integral estará́ sujeta a la dejación de armas, que deberá́ comenzar a más tardar a los 60 días luego de la firma del acuerdo final.
Cortesía

Lo que falta del tema de justicia transicional
En el nuevo ciclo que comienza esta semana, con el claro objetivo de dejar definido el acuerdo a más tardar el 23 de marzo de 2016, se deberán ir despejando algunas dudas que persisten y puntualizando aún más lo acordado la semana pasada.

Por ejemplo, debe establecerse el mecanismo de escogencia de los magistrados del Tribunal Especial para la paz, de los 20 magistrados que lo conformarán cuántos serán extranjeros. Igualmente el gobierno debe promulgar la ley de amnistía en la que se precise taxativamente cuáles son los delitos amnistiables[1] por su contenido político y cuáles tienen conexidad[2] con ellos.

Quedó establecido que para todos aquellos que reconozcan responsabilidades por los delitos competencia del sistema, la sanción tendrá́ un componente de restricción de libertades y derechos que garantice el cumplimiento de las funciones reparadoras y restauradoras de las mismas mediante la realización de trabajos, obras y actividades y en general la satisfacción de los derechos de las víctimas. Debe especificarse -ya que no habrá cárcel como se entiende habitualmente- cómo se dará esa restricción de la libertad, en que sitios y éstos que características tendrán, cuáles son esas condiciones especiales de restricción de la libertad en las que estarán los guerrilleros.

El acuerdo de la semana pasada estipula que para que las Farc puedan participar en el sistema integral de justicia especial, deberán dejar las armas, lo cual debe producirse a más tardar a los 60 días luego de la firma del acuerdo final, es decir, el 23 de mayo del 2016. En la nueva etapa que comienza deberá establecerse entonces como será ese proceso de dejación de armas de las Farc, pues queda claro que no se las van a dar al gobierno colombiano (por eso no se habla de entrega), pero a alguien se las deben entregar, a algún gobierno extranjero -que por ningún motivo debe ser el de Venezuela-, a la ONU; a una comisión especial, en fin. También debe definirse que se hará con esas armas (seguramente se fundirán) quien será el responsable y cuáles serán los mecanismos de verificación y que entidad la hará.

Los primeros acuerdos logrados con las Farc
Desde enero de 2014 el Gobierno y las Farc dieron a conocer los textos completos de los tres puntos acordados en la mesa de diálogos. Seis meses después de haberse instalado la mesa de diálogos de La Habana, las Farc y el Gobierno alcanzaron el acuerdo sobre Política de desarrollo Agrario Integral. En este se crea un Fondo de tierras constituido por tierras incautadas o desaprovechadas y serán entregadas a campesinos, se pactó un plan masivo de formalización de la propiedad y una actualización del catastro rural.

También se acodó que se promoverán planes de desarrollo con enfoque territorial, construcción de infraestructura, desarrollo social y estímulos a la productividad campesina´, al tiempo que se pondrá en marcha una política de seguridad alimentaria y fortalecimiento de mercados regionales.

Más o menos al año de haberse iniciado el proceso se llegó al acuerdo sobre sobre participación política, en el que se estableció la creación  de unas circunscripciones especiales de paz para que puedan participar en política los habitantes de las regiones más golpeadas por el conflicto.

Igualmente se incluyó el compromiso de  desarrollar una ley de garantías y un estatuto de oposición y se acordó la creación de un Sistema Integral de Seguridad para el ejercicio de la política.

En marzo de 2014 se concretó el tercer punto del acuerdo, la solución al problema de las drogas ilícitas. Se estableció el diseño de un programa de sustitución de cultivos de uso ilícito, que incluye un ambicioso plan de sustitución con un proceso de planeación participativa de las comunidades. También se incluyó la adopción de un plan de desminado en todo el territorio nacional, que incluso ya está en marcha (se inició en el Bajo Cauca antioqueño), al tiempo que se decidió que el consumo de drogas se abordará como un problema de salud pública. 

Lo que quedó pendiente de esos tres puntos
Del punto sobre la reforma rural falta por acordar el tema del latifundio y la delimitación de la propiedad; la extranjerización del territorio; la extracción minero-energética y los conflictos de uso del suelo; la regulación de los agrocombustibles; la revisión y renegociación de los tratados de libre comercio; los ajustes a los planes de ordenamiento territorial; la financiación de la política de desarrollo rural y agrario integral; la cuantificación del fondo de tierras; la creación del Consejo Nacional de la Tierra, y las definiciones sobre el derecho real de superficie.

Del acuerdo de participación política quedan pendientes temas como la reestructuración del Estado y la reforma política; la reforma del sistema político electoral; la reforma de los mecanismos de participación ciudadana; la proscripción del tratamiento militar a la movilización y la protesta; la elección popular del procurador, el contralor, el fiscal general y el defensor del pueblo. Igualmente; la participación ciudadana en la definición de políticas de interés nacional; la democratización del acceso al espacio radioeléctrico, y la lucha contra la monopolización de los medios masivos de comunicación.

Del acuerdo inicial sobre drogas quedó por fuera el planteamiento de las Farc de crear una nueva política criminal contra las drogas ilícitas; la transformación estructural del sistema de salud pública que permita encuadrar el desarrollo del programa de prevención y consumo, y la concreción de una conferencia nacional sobre la política de lucha contra las drogas.



[1] El genocidio y los graves crímenes de guerra, entre otros delitos graves como la toma de rehenes u otra privación grave de la libertad, la tortura, el desplazamiento forzado, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales y la violencia sexual, no serán amnistiables.
[2] El pasado 24 de septiembre, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia ratificó que sí hay conexidad del delito de tráfico de estupefacientes con el de rebelión, cuando esa actividad ilegal ha sido cometida para financiar organizaciones insurgentes, lo cual cierra la compuerta de la extradición para los cabecillas de la guerrilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario