miércoles, 21 de octubre de 2015

El lenguaje de la paz y el compromiso con el postconflicto marcarán las elecciones del domingo

Desde que empezaron las campañas para gobernaciones y alcaldías, mucho se ha especulado acerca de cómo serían influidas por el proceso de paz que adelanta el gobierno colombiano con las Farc en La Habana. Unos consideraban que no habría una influencia directa y otros que sí.

Lo que se ha podido observar durante este año es que sí hay relación directa entre el proceso de paz de Cuba y el desarrollo del debate electoral que culminará este domingo 25 de octubre con la elección de autoridades regionales, y que dependiendo de los avances o estancamientos en La Habana, gana popularidad uno u otro discurso, el que apoya los diálogos y la paz, o el que está en contra de las conversaciones y aboga por una salida guerrerista.

Con el más reciente avance del proceso con las Farc, el acuerdo sobre desaparecidos, destinado a “aliviar el sufrimiento de las familias de las personas dadas por desaparecidas”[1], es indiscutible que ya tan cerca de la jornada electoral, tendrá mayor aceptación en la opinión pública el lenguaje de la paz y el postconflicto, que aquel que persista en atacar el proceso y visualice la continuación de la guerra como única forma de terminar este largo conflicto de casi 60 años.

Conocidos los avances en materia de desaparecidos (Víctimas del conflicto), el de justicia transicional y el plazo de 6 meses  -hasta el 23 de marzo de 2016- para la firma del fin del conflicto[2], es claro que saldrán beneficiados los candidatos que en su discurso y propuesta de gobierno tengan incorporado el tema de la paz y acciones concretas a desarrollar en el postconflicto. Quienes por el contrario -como los candidatos del Centro Democrático- en su discurso sigan atacando el proceso de paz y asuman una postura contraria a la salida pacífica al conflicto, se verán perjudicados (Con toda seguridad).

Nadando en contra de la corriente histórica del momento, orientada hacia la paz, los candidatos del Centro Democrático (y su máximo orientador Alvaro Uribe Vélez), no parecen darse cuenta de que los colombianos estamos cansados de una guerra que ha mercado a varias generaciones. Los seguidores del mesiánico ex presidente y ahora senador, siguen empecinados en su discurso bélico, basados únicamente en el manido recurso de la seguridad, y esa puede ser la causa de una estruendosa derrota este 25 de octubre.
 
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Ya pasó el momento de Uribe
Victoria Camps[3] afirma que la política se mueve más que por elementos racionales, por la emotividad de situaciones coyunturales. Recordemos que en el 98, el país cansado de la guerra eligió a Pastrana por su audacia de entrevistarse con ´Tirofijo’ y apostarle a un proceso de paz. Como casi cuatro años después el proceso no iba para ninguna parte y las Farc -abusando de la buena fe del gobierno- aprovecharon los 42.000 kilómetros de la zona de despeje de El Caguán para fortalecerse militarmente e incrementar su participación en el negocio del narcotráfico, las extorsiones y el boleteo, la opinión pública se volvió contraria a la paz.

Cuando se conoce la falta de voluntad de la guerrilla y la idiotez del gobierno es evidente, el país dolido e indignado, empieza a escuchar el discurso -tímido pero ya beligerante- del ex gobernador de Antioquia, Alvaro Uribe, quien promete acabar con las Farc a ´sangre y fuego´. Sus seguidores -que crecían como espuma- se contagiaron de la emotividad del bélico discurso de Uribe y el país se convence de que el salgareño derrotará a la guerrilla. Sin embargo, el héroe mesiánico que los colombianos llevaron a la Casa de Nariño no fue capaz de hacerlo en su mandato y pidió más tiempo -otros cuatro años-. Tampoco lo logró.

Juan Manuel Santos llega al poder, y aunque inicialmente asume la misma postura de Uribe, al poco tiempo orienta todos sus esfuerzos a la consecución de la paz. En medio de la incredulidad de los colombianos y los constantes ataques de los opositores de la paz- los uribistas y el procurador Ordoñez- el proceso ha mostrado avances satisfactorios.

Así las cosas, tienen mucho más chance de ganar los candidatos que en estas elecciones locales y regionales, estén alineados con el nuevo rumbo que pretende dar el gobierno nacional al país, el rumbo de la paz, tan soñada y anhelada por los colombianos -excepto por el ex presidente Uribe, sus seguidores y el Procurador Ordoñez[4]-.

Las propuestas de los candidatos a la Alcaldía
Para el caso de la Alcaldía de Medellín, la paz y la guerra ya tienen sus candidatos. Alvaro Uribe Vélez con su discurso bélico y guerrerista, además con un candidato que necesita que hable por él, y otro que representa la línea de la paz, Gabriel Jaime Rico, con claras propuestas para el postconflicto. Demos un vistazo a lo que han afirmado los candidatos sobre este tema.

Gabriel Jaime Rico, candidato a la Alcaldía de Medellín con el respaldo de los partidos de la U, Cambio Radical y Conservador, presentó la Comisión Local para el postconflicto. El equipo está conformado por destacados académicos e investigadores sociales cuyo propósito es comenzar desde ya con el diseño de la política pública con la que la próxima administración municipal afrontará la puesta en marcha del acuerdo de paz.

La comisión está liderada por Luis Fernando Quijano, administrador público, investigador social y presidente de Corpades; John Fernando Restrepo, abogado y politólogo, magíster y profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Medellín; y Hernando Roldán Salas, abogado, magíster en Ciencias Políticas y profesor de la Teoría del Conflicto de la Universidad Autónoma Latinoamericana.

“En esta campaña y en nuestra administración sabemos y sabremos qué hacer con la paz. La firma del acuerdo es una oportunidad para todos los colombianos, incluyendo los medellinenses. Un Alcalde que no sepa qué hacer con las paz, o que esté en contra de ésta, sólo le haría daño a Medellín”, afirmó Gabriel Jaime Rico.
 
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En contraposición, Juan Carlos Vélez Uribe, candidato del Centro Democrático, ha mantenido reparos al proceso de paz con las Farc. “El Gobierno Nacional tiene que establecer unos parámetros de cómo va a ser ese proceso de reinserción, en el sentido que las concentraciones de las Farc, como se plantea ahora, se van a hacer en las zonas donde ellos tienen presencia, por ejemplo en el Bajo Cauca antioqueño, en el Urabá, en El Caguán, en otros sitios. Entonces qué va a pasar, si el proceso de reinserción se va a llevar a cabo allá mismo o es que van tratar de montar algunos procesos en las ciudades”.

Sin embargo, últimamente ha modificado su discurso de abierta oposición al proceso, al decir que si el Gobierno Nacional pretende desarrollar la reinserción en las ciudades, obviamente los alcaldes tienen que colaborar.

Héctor Hoyos, candidato del Polo democrático Alternativo, se limitó a decir que: “En mi Administración nos prepararemos para responder al postconflicto en caso de que el Gobierno Nacional logre firmar un acuerdo de paz con los grupos guerrilleros. Lo haremos en alianza con la empresa privada, las organizaciones no gubernamentales y el Gobierno Nacional; generaremos los espacios necesarios en la sociedad que permitan a las personas que abandonen el camino de las armas, reencontrarse con sus familias, reinsertarse socialmente, servir a la comunidad y generar ingresos económicos para sustentarse.”

Federico Gutiérrez, candidato del movimiento Creemos, considera que la firma de la paz no significa la materialización de una paz en Medellín, donde el problema del conflicto no obedece mucho a esas lógicas. Teniendo como precedente la desmovilización del bloque Cacique Nutibara en Medellín y sus desarrollos posteriores, Gutiérrez sostiene que, además de seguridad y oportunidades para la paz, se necesita una reconstrucción de la memoria colectiva y del tejido social, promover el civismo, estimular la cultura de la legalidad y la democracia, y reintegración comunitaria para impedir la reintegración de los desmovilizados a nuevas o viejas filas armadas y así garantizar la no repetición del conflicto y acabar con el espiral de violencia que azota a Medellín.

Finalmente, el candidato fajardista, Alonso Salazar Jaramillo, presentó la propuesta de la creación de un Fondo para la Reparación de las Víctimas, para fortalecer la atención con estrategias y programas para la asistencia y reparación integral a cada una de ellas. El fondo contaría con el apoyo del gobierno nacional, departamental, municipal y el sector empresarial. Aseguró que aparte de la reparación material, es necesaria la reparación de la familias, donde cuyos victimarios no han dicho la verdad, y no han sido judicializados. 

Las propuestas de los candidatos a la Gobernación
Andrés Guerra Hoyos, aspirante por el Centro Democrático, siguiendo la línea del pensamiento uribista, plantea la intervención coercitiva de las fuerzas estatales como el medio para combatir a los grupos armados que operan en el departamento. Por eso, propuso aumentar en un 5% el presupuesto de la seguridad en Antioquia, teniendo en cuenta que, cuando fue diputado, ya logró que se aumentara el presupuesto para la seguridad, materia en la cual “Mi asesor será el ex presidente Uribe”.

Como garantías para la seguridad, propuso crear un Consejo de Seguridad que se reuniría periódicamente para evaluar la situación del departamento y crear consejos comunales en cada subregión para “recuperar la autoridad y la institucionalidad” en Antioquia. Guerra, siguiendo los lineamientos de su partido, está en desacuerdo con la forma en que se están llevando a cabo los diálogos de paz en La Habana. Según él, “si las Farc incumplen con lo acordado, si siguen cometiendo actos violentos, no puede hablarse de posconflicto”.

El fajardista, Federico Restrepo, sí está comprometido con el postconflicto, al anunciar que “continuaremos fortaleciendo el programa de Preparémonos para la Paz que ha venido trabajando Fajardo en su gestión, debemos hacer pedagogía con los ciudadanos para afrontar lo que se avecina, dignificar la vida rural y apoyar a las víctimas para construir paz en el territorio”.

Luis Pérez Gutiérrez, con el aval de los partidos Liberal, Cambio Radical y de la U, dijo que la desmovilización masiva de alzados en armas es un motivo de alegría social, pero no es el fin de la guerra; por el contrario, es el inicio de un trabajo intenso y generoso que toda la nación debe apoyar con perseverancia.

“El posconflicto exige que al desmovilizado se le trate con generosidad; se le abran oportunidades de tener una vida digna, él y su familia; y mediante la reeducación y el empleo, introducirlo a la cultura de la legalidad como actitud de vida”, dijo el candidato.

Precisó que la reinserción no puede continuar la violencia con el disfraz de la paz y sostuvo que “se necesita una estructura gubernamental ágil, que posea un censo de los desmovilizados; que haga seguimiento sobre cada reinsertado, que sepa donde se encuentran; que haga seguimiento y control; y que conozca a sus familias. Una estructura que ofrezca oportunidades laborales y no becas; que busque un padrino a cada desmovilizado que sirva de orientador del nuevo ciudadano que se pretende formar”.

Olmedo López, del Polo Democrático Alternativo, dijo que la Educación para el posconflicto implica mejoramiento de la infraestructura educativa, profesionalización de 3800 educadores q hoy no son profesionales, habrá kits escolares, alimentación balanceada para todos los estudiantes y subsidio pleno de transporte en la ruralidad. Estar preparados para el posconflicto y la construcción de la paz, será fundamental para encarar una nueva dinámica democrática y social”. 

A modo de conclusión
En conclusión, la opinión pública colombiana percibe que el proceso de paz con las Farc ha mostrado avances satisfactorios, a tal punto de que tras lo acordado en materia de desaparecidos, de justicia transicional y el plazo perentorio establecido para la firma del tratado y la culminación del conflicto, los colombianos tienen la esperanza de que la paz está cerca. Ello independientemente de que firmando la paz con las Farc, quedarían muchos asuntos por resolver (Las Bacrim, la inseguridad callejera, las extorsiones, robos, etc).

También es claro que, además de las propuestas en diferentes frentes como educación, desarrollo empresarial y empleo, por ejemplo -que siguen teniendo mucha importancia- la paz (o la guerra) y propuestas para el postconflicto, tendrán una gran incidencia en la jornada electoral del domingo 25 de octubre.

Uribe y sus candidatos han venido manejando del discurso de la guerra y poniendo énfasis en el tema de la seguridad- y aunque han intentado moderarlo en estos últimos días, es de esperar que al no estar alineados con la búsqueda de la paz por la vía del diálogo, sean rechazados por los electores en las urnas, quienes seguramente premiarán a quienes no solamente tengan propuestas de paz, sino que estén comprometidos en acciones concretas relacionadas con el postconflicto. Un alcalde y un gobernador que no sepan qué hacer con la paz, o que estén en contra de ella, sólo le harían daño a Medellín y a Antioquia.




[1] Que se suma al de justicia transicional de hace unas semanas.
[2] Dos meses después se produciría la dejación de armas.
[3] Camps, Victoria (2011). El gobierno de las emociones. Barcelona: Editorial Herder.
[4] El Procurador General de la Nación, Alejandro Ordoñez, en sus permanentes cuestionamientos al proceso de paz que se adelanta entre el gobierno y las Farc en La Habana, ha dicho que solo ha servido para que se fortalezca militarmente esa guerrilla.

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