miércoles, 2 de septiembre de 2015

SONDEOS Y ENCUESTAS COMO TERMÓMETRO DE LA OPINIÓN PÚBLICA SOBRE ASUNTOS ELECTORALES

Las encuestas conocidas la semana pasada sobre intención de voto para la Alcaldía de Medellín han suscitado diferentes reacciones, porque no reflejan el momento político, sino que obedecen a una clara intención de influir en la opinión pública para incidir en la intención de voto de los electores, en favor de determinados candidatos.

Llamó particularmente la atención la encuesta de la firma Invamer Gallup para El Colombiano y Caracol Radio, en la que el candidato a la Alcaldía de Medellín, Juan Carlos Vélez Uribe, salió en el primer lugar de favorabilidad en cuanto a la intención de voto de las personas consultadas. Esto ha generado sospechas sobre manipulación, puesto que un candidato no sube 14 puntos en diez días -como fue su caso- ni otro baja diez puntos en una semana, pues al parecer el objetivo es bajar a Eugenio Prieto y a Gabriel Jaime Rico.

Este hecho no se puede mirar de manera aislada, sino que tiene relación con el acuerdo a que llegaron el 21 de junio en la finca del ex presidente Uribe, algunos dirigentes del GEA (Grupo Empresarial Antioqueño) como Manuel Santiago Mejía y los dirigentes del Centro Democrático, encabezados por Alvaro Uribe Vélez y el director nacional de ese partido, Oscar Iván Zuluaga, para sacar del juego político a Liliana Rendón, al quitarle el aval-. Ello con el fin de cerrarle el paso a Luis Pérez en su intención de llegar a la Gobernación de Antioquia.

Todo eso hace parte de los movimientos del ajedrez electoral en Antioquia, como también el hecho de que el gobernador Sergio Fajardo y sus candidatos (Federico Restrepo a la Gobernación y Alonso Salazar a la Alcaldía) hayan iniciado la campaña sucia contra sus contrincantes para aparecer ellos como los buenos y hacer ver a los demás como los malos.

Pero volviendo al tema de las encuestas, hay que decir que sus resultados -que pueden orientar o desorientar a la opinión pública dependiendo de su rigor técnico- tienen un mayor impacto al ser difundidas por medios masivos de comunicación, como el caso de la mencionada encuesta de Gallup.

Esa difusión de las encuestas en medios masivos tiene mayor relevancia en América Latina, que en otras partes del mundo. El estudio de opinión de América Latina y el Caribe (Flacso-Ipsos, 2009-2010, denominado Gobernabilidad y Convivencia Democrática en América Latina), confirmó que esta es una región en la que los poderes convencionales y los mecanismos de representación tradicional han perdido credibilidad, mientras que los medios de comunicación son las instituciones que gozan de la mayor confiabilidad.

“Los latinoamericanos (as) depositan una excesiva confianza en los medios de comunicación (noticieros de televisión, de radio, y periódicos) que gozan de un nivel de confianza del 59%, esto es, aparecen con un 24% más de confianza que las instituciones relacionadas con el Estado (políticos, Fuerzas Armadas, Presidente de la República y Presidente del Congreso) que alcanza sólo el 34% de las opiniones favorables”, precisa el estudio en su página 8.

Agrega que los países con tendencias a tener más confianza (estableciendo un umbral del 20%) en los noticieros de televisión son Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela (es decir, 14 países de 18). Para los cuatro restantes (Argentina, Bolivia, México y Uruguay), menos de un 20% les atribuyen mucha confianza a los noticieros de televisión.

Teniendo claridad sobre la gran influencia que los medios masivos ejercen sobre la Opinión pública, es pertinente dar un vistazo -desde un contexto histórico- a este concepto, así como a una definición y origen de los estudios o sondeos de opinión, entre cuyas técnicas se destaca la encuesta para el ámbito político, aunque hay que decir que también es muy utilizada por las ciencias sociales, quizá con mayor rigor científico.
 
Cortesía Minuto 30
El concepto de Opinión Pública
En la era primitiva el concepto de Opinión Pública, si acaso existiese, estaría identificado en la decisión del colectivo, mientras que en la fase esclavista era inexistente, salvo para quienes ostentaban el poder militar (estrechamente ligado al político y económico).

No obstante, hay que anotar que desde Platón y Aristóteles el concepto de Opinión Pública estaba asociado a la virtud política de la opinión popular. Ya en la Roma antigua el concepto se asociaba estrechamente con el poder de sometimiento y de destrucción del aparato de gobierno.

Llegados a la Edad Media, con un poder ideológico y político predominante de la Iglesia, el concepto de lo popular se cambia por Dios. Esta institución acuña la expresión “Vox Populi, Vox Dei” (La voz del pueblo es la Voz de Dios).

Claramente entonces hay que decir que la Opinión Pública es un concepto propio de la Modernidad, fundamentalmente de las ideas liberales y democráticas de los siglos XVII y XVIII, especialmente con autores como Thomas Hobbes y John Locke.

Sin embargo, el concepto toma fuerza política con Rousseau, para quien “la voluntad popular puede dirigir ella sola las fuerzas del Estado, según el objetivo de su institución que es el bien común” (Capítulo I del Contrato Social (pp 48-51)[1]. De esta manera, es pues la Opinión Pública, la acción que se pone al secreto, propia del Estado Absolutista.

Desde una dimensión epistemológica se puede definir la Opinión  Pública como una forma de conocimiento. No obstante, desde el Derecho y la Ciencia Política, se la entiende como una abstracción que permite verificar el sistema político democrático, pero es preciso entender que no se construye en abstracto, sino que necesita un espacio, que es la esfera pública, que Charles Talador[2]define como:
un espacio común donde los miembros de la sociedad se encuentran, a través de una cierta variedad de medios de comunicación (impresos, electrónicos)  y también en reuniones cara a cara, para discutir asuntos de interés común y, de este modo, ser capaces de formar una opinión común sobre ellos (P, 337)

Así entendida, la esfera pública ha sido fundamental para el desarrollo de la democracia, porque es allí donde mediante el debate se construye la opinión pública, que se denomina así, no solamente porque es del público, sino también porque implica la res pública -la cosa pública-, o sea, “argumentos de naturaleza pública: los intereses generales, el bien común, los problemas colectivos.”[3]

Es justamente en este contexto que cobran vida y tienen validez los estudios o sondeos de opinión y las encuestas, de cuyo origen y definición nos ocupamos enseguida..

Definición y origen de los estudios de opinión
Juan Manuel Herrera y Atilia Ramírez [4] definen los estudios de opinión como “un canal que permite conocer y, en su caso, evaluar actitudes, opiniones, gustos, necesidades y expectativas de un número determinado de personas (muestra) sobre algún hecho o fenómeno en particular”.

La Asociación de Ciencias Sociales de Extremadura [5] (ACISE), define los estudios de opinión como encuestas de escalas de actitud de carácter periódico: mensual o anual, con cuestiones sociológicas, políticas y económicas, que organizan, diseñan, realizan y publican las instituciones estatales con los centros de investigaciones sociológicas nacionales, los institutos privados de investigación y las cámaras de comercio”.     

El primer ejemplo conocido de un sondeo de opinión fue una encuesta de voto local, sin valor científico, realizado por el Harrisburg Pennsylvania en 1824, dando como ganador a Andrew Jackson  sobre John Quincy Adams por 335 votos contra 169, en la campaña por la Presidencia de los Estados Unidos.

En 1916 el Literary Digest predijo correctamente la elección como Presidente de Woodrow Wilson y también las siguientes cuatro elecciones presidenciales. En 1936, George Gallup condujo una encuesta mucho más pequeña, pero con mejores bases científicas, utilizando muestras demográficas representativas y predijo correctamente la victoria de Roosevelt, llevando así a la bancarrota a la Literary Digest.

Ya para el 1950, las encuestadoras se habían propagado por la mayoría de las democracias, llegando a estar a inicios del siglo XXI en prácticamente todos los países del mundo.

En la actualidad, los estudios de opinión, no solo son de carácter político-social, sino que también son muy utilizados para el estudio del comercio, la determinada demanda de un producto, su aceptación o rechazo, así como las causas de estos.

Encuestas y sondeos
En general, los estudios de opinión trabajan con el esquema diseño- recolección- análisis. Las Encuestas son un conjunto de preguntas preparadas cuidadosamente, sobre los hechos que interesan para ser contestadas por la población o la muestra escogida.

De manera pragmática se definen las opiniones como reacciones positivas o negativas a las preguntas de las encuestas y como –salvo en las de carácter académico- tratan temas sin excesiva relevancia para la experiencia personal de los encuestados, éstos resultan manipulables con las preguntas de los sondeos o las informaciones periodísticas.
  
Errores metodológicos
Como todos los sondeos están basados en muestras, están sujetos al error de muestreo, el cual se refleja en el margen de error. Un sondeo con una muestra aleatoria de 1.000 personas tendrá un margen de error de 3%, el cual puede ser reducido mediante una muestra más grande, por lo tanto si un encuestador desea reducir el margen de error al 1%, necesitaría una muestra aproximada de 10.000 personas.

Sin embargo, como en la práctica, las firmas encuestadoras necesitan balancear el costo de una muestra grande en contraposición a la reducción del error de muestreo, generalmente para los sondeos de carácter político acostumbran como tamaño de muestra de entre 500 y 1.000 personas (ara vez llegan a las 2.000 personas.

Téngase en cuenta que para 500 respuestas completas podrían ser necesarias miles de llamadas telefónicas y que algunas personas podrían no responder llamadas de extraños, o rehusar a responder el sondeo, por lo que muchas veces las muestras pueden no ser representativas de la población. Por eso, las características de quienes aceptan ser encuestados pueden ser muy distintas de quienes se niegan, lo que convierte a la muestra en una versión parcializada del universo que el encuestador quiere analizar. De ahí que cada empresa encuestadora tenga sus propias fórmulas para minimizar la parcialidad de tendencia de la muestra. 

También, los resultados de la medición podrían ser afectados por las respuestas parcializadas, donde las respuestas dadas por los encuestados no reflejan sus verdaderas creencias, ya que podrían estar bajo presión social y así tratar de no dar una respuesta no popular. Si el resultado del sondeo es ampliamente publicitado, este efecto se verá aumentado. Esto es lo que se conoce como Espiral del silencio[6].

Está bien establecido que la redacción de preguntas, el orden en que son formuladas y el patrón en el que las respuestas alternativas son ofrecidas, puede influir en los resultados de un sondeo. Los encuestadores intentan minimizar este efecto estableciendo la misma batería de preguntas en distintos momentos para conseguir cambios en la opinión.

No son estudios de opinión
Para Esomar, la “Sociedad Europea de Opinión e Investigación de Mercados” (European Society for Opinion and Marketing Research) no son estudios de opinión,  los siguientes:
1.                  Sondeos forzados (Pus Polling): Mediante la utilización de cuestionarios o muestras deliberadamente sesgadas, se busca producir resultados falsos de apoyo a un tema determinado.
2.                  Televoto: No producen muestras fiables ni representativas, pues solo representan las respuestas de quienes escuchan o ven el programa y deciden responder. Sus resultados no pueden extenderse a toda la población.
3.                  Sondeos por Internet. Difícilmente arrojan muestras representativas
4.                  El frugging es un término inglés que designa la actividad de recaudar fondos, disfrazada de sondeo.
5.                  Megabases de datos para la distribución de millones de cuestionarios. No existe ningún apoyo científico a la noción de que como millones de personas han respondido las mismas preguntas, los resultados producidos serán válidos y fiables.

En resumen, para el juego electoral, que a su vez hace parte del juego democrático, las encuestas son válidas y hasta necesarias, siempre y cuando se hagan con el rigor técnico-científico del caso, para que no distorsionen la realidad y lesionen la credibilidad de la Opinión Pública.



[1] Rousseau, Jean Jacques. (2009). El Contrato Social. Bogotá, Editorial Torrefuente.
[2] Taylor, Charles. (1995). La Política Liberal y la esfera pública. En “Argumentos filosóficos”. Barcelona: Editorial Paidós, pp 335-372.
[3] Sartori, Giovanni. (1998). Homo Videns, la Sociedad Teledirigida. Buenos Aires, Taurus.
[4] Juan Manuel Herrero Alvarez y Atilia Ramírez Suárez. “Los Estudios de Opinión como herramienta de comunicación en la Construcción del Padrón Electoral”.    Papeles de Población, octubre-diciembre, No 009. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca. México. Pp. 53-56.
[5] Asociación de Ciencias Sociales de Extremadura (ACISE). Disponible en www. sociologiaext.wordpress.com.  ¿Qué son los estudios  de Opinión? Un extracto elaborado por Jorge Arias López.
[6]  Es una teoría de ciencias políticas y comunicación propuesta por la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann en su libro La Espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social (1977), donde estudia la opinión pública como una forma de control social en la que los individuos adaptan su comportamiento a las actitudes predominantes sobre lo que es aceptable y lo que no lo es.

1 comentario:

  1. ¡Interesantisimo! Es muy rico leer, u oir en programas políticos, a los que sì saben de lo que escriben o hablan; en cambio, particularmente en la radio, hay programas con invitados dizque por su trayectoria en la vida pública asì que opinan de estos temas; pero resulta que sus opiniones son tan pobres que dan grima.Muy bien Jaime.

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