En el actual panorama de
incertidumbre originado en la disputa hegemónica entre Estados Unidos, China y
la Unión Europea, acompañado de un ambiente de crisis económica inminente, así
como la posible salida de Grecia de la zona euro, se ve cada vez más posible que
la moneda china (basada en oro) desplace al dólar fiduciario como moneda de
referencia mundial. Esa decisión, que puede estar más próxima de lo que podría
pensarse, ya ha sido mencionada incluso por publicaciones tan reconocidas como
Bloomberg y la revista Forbes en su edición mejicana, y es actualmente sopesada
por los chinos, quienes discuten las estrategias para tumbar al dólar a través
de la bolsa de comercio de oro en Shanghái.
En pocas palabras,
controlando el mercado de fijación del precio del oro (en yuangs), China puede
decidir asociarlo a su moneda y, desde ahí, devaluarla o apreciarla su antojo,
arrojando el dólar a la basura de las divisas. Cabe mencionar que en los
últimos años el dólar estadounidense pasó de representar el 80% del comercio
mundial de bienes y servicios a comienzos de esta década, a sólo el 60% a la
fecha, según el Banco Mundial.
No obstante, el detonante
del reseteo (´borrón y cuenta nueva´) del sistema financiero mundial será
Grecia, ya que su decisión de no seguir pagando al Fondo Monetario
Internacional, FMI, y al Banco Central Europeo, BCE, puede marcar la ´bajada de
bandera´ para que los países BRICS inicien una serie de acciones para modificar
el sistema monetario.
El pasado 30 de junio Grecia
cayó en incumplimiento del pago de una deuda de US$1.550 millones de dólares
con el FMI[1] y el fin de semana el
pueblo griego, al ser convocado en referéndum, inteligentemente dijo no a las
medidas dracononianas de sus acreedores, lo confiere un mayor poder de decisión
y maniobra al gobierno del primer
ministro griego, Alexis Tsipras.
Grecia asfixiada por los bancos
En las negociaciones que ahora retoma en
Bruselas, Tsipras, debe lograr, no sólo un acuerdo favorable a los ciudadanos
griegos y que esté acorde con lo que ellos decidieron en las urnas, sino que le
permita abrir el corralito que rige des el lunes 29 de junio -que autoriza retirar un máximo de 60 euros por día
y persona- e ir recuperando la
economía.
En su intervención tras la victoria, Tsipras
dio algunas de las claves de su línea negociadora: ante todo restablecer la
normalidad en los bancos; luego lograr una fórmula de un acuerdo que ofrezca
una perspectiva de financiación a medio plazo y para la reestructuración de la
deuda. Con ello dejó claro que los ciudadanos no pueden esperar milagros, y
menos tras cinco meses de interminables negociaciones entre el gobierno griego, formado por Syriza[2] y
el partido soberanista ANEL, y los acreedores del país (UE, FMI, BCE).
Y es que la crisis de pago que sufre Grecia
no es reciente. Tras sendas líneas
de créditos de 240.000 millones de dólares acordados desde mayo de 2010, a
Grecia se le avizoraba un negro futuro inmediato, pues “ya
en ese año el FMI sabía
que el Estado griego no podría pagar nunca su deuda pública acumulada, lo que
impactaría gravemente en los bancos privados que la habían comprado, motivados por
su codicioso afán de ganancia”, dice Mario Briones.[3]
Entre los bancos extranjeros que más deuda pública griega habían
adquirido estaban los alemanes y los franceses, esperanzados en las ganancias
que les reportarían los altos intereses aplicados a los créditos, en momentos
en que las economías reales de ambos países se venían abajo por los efectos de
la crisis mundial del 2008. Por eso -aclara Briones- ese plan no se
diseñó para salvar a Grecia, sino que hacía parte de una estrategia que
permitiera traspasar la deuda griega-en poder de los bancos privados alemanes,
franceses y algunos españoles- para transformarla en deuda pública de
cargo del Estado griego, es decir, que en últimas recaería sobre todos los
ciudadanos griegos, reviviendo nuevamente el conocido viejo principio de que el
sector financiero “privatiza las utilidades y socializa las pérdidas”.
Un reciente informe sobre Grecia (Greece: solidarity and adjustment in times
of crisis) deja claro que los ingresos salariales cayeron el 27% entre
2009 y 2014, mientras que los impuestos han subido en un 337% para los grupos
de menor ingreso y menos del 10% para los de ingresos más elevados. Además
precisa que el 10% de la población más pobre ha perdido el 82% de sus ingresos
desde 2008.
Ahora bien, con ese panorama sobra decir que no es
que Grecia no quiera pagar, sino que realmente no puede hacerlo, pues es
materialmente imposible que pueda devolver una deuda pública equivalente al
190% de su PIB -y esto es algo que era ya evidente hace cinco años-. Por eso,
salvo que la Troika[4]
quiera llegar hasta el final y fuerce la salida de Grecia del euro para dar
ejemplo al resto de países de la Unión, la nueva negociación se centrará en los
mecanismos y facilidades pago, incluso ya se habló de un plazo de 20 años.
Y es que los acreedores no se pueden dar el lujo
del no pago, pues en la última auditoría del FMI sobre el Banco Central Europeo, se
evidenció que éste no tiene dinero real (liquidez) en el sistema, sino acciones
derivadas. El total de la deuda entre Grecia, Italia, España y Portugal
representa 120 billones de dólares en acciones derivadas; es decir, pagarés
entre los diferentes bancos que actúan de avaladores cruzados de esas mismas
deudas.
Eso llevaría al fracaso del
euro y por ende de la Unión Europea, pero además, como esos 120 billones de
derivados de deuda terminan, a su vez, en el banco norteamericano JP Morgan, el
impago de Grecia (seguido eventualmente de los de España, Italia y Portugal)
acabaría también con la economía de Estados Unidos y su moneda de referencia
mundial: el dólar.
Consecuencias de la salida de Grecia de la Unión
Aunque tras los resultados del referéndum el primer ministro, Alexis Tsipras, aseguró que la
decisión de los griegos "no es
una ruptura con Europa", sino que "refuerza
nuestro poder de negociación", el NO, deja planteada la posibilidad de que Grecia se vea
forzada a abandonar la unión monetaria de la zona euro, lo cual puede traer
importantes implicaciones para ese país y para el orden financiero
internacional.
En la práctica, si un miembro insolvente de
la Eurozona se queda sin la cobertura del BCE, como le está pasando a Grecia,
se puede ver obligado -para salvar su sistema financiero- a introducir la
moneda nacional, ya sea de forma temporal o definitiva, que tampoco es un camino desprovisto de espinas,
porque ello provocaría una devaluación de su nueva moneda y también dejaría a
los acreedores parcialmente sin cobrar.
Sin embargo, desde el punto de vista
jurídico no están claros los procedimientos, ni los derechos y obligaciones que
tendría respecto a sus antiguos socios y viceversa, por lo que Grecia entraría
en un auténtico limbo legal. Sobre el particular, el ministro de Finanzas
griego, Yanis
Varufakis, anunció que se haría uso “de todos los recursos legales” para
evitar una salida del euro, incluyendo acciones ante el Tribunal de Justicia de
la Unión Europea.
“Si fracasa el euro fracasa Europa”, sentenció esta
semana a la prensa la canciller alemana, Ángela
Merkel, una de las líderes más influyentes del viejo continente, al
referirse a la gravedad de la coyuntura que enfrenta la UE y Grecia.
Por
lo pronto los
líderes de la zona euro dieron este martes plazo hasta el domingo al primer
ministro Tsipras, de ofrecer reformas profundas a cambio de un tercer
salvamento financiero de Grecia. En caso de que Europa rechace la
propuesta, el gobierno griego podría proclamar el estado de urgencia, confiscar
el Banco Central de Grecia e imprimir euros por sí mismo (Grecia dispone de las
planchas necesarias para imprimir billetes de 20 euros).
Lo cierto del caso es que lo
suceda con Gracia, con el positivo resultado de la consulta al constituyente
primario y la negociación que se logre, puede ser el catalizador para que
Grecia y los otros tres países mencionados (Italia, Portugal y España), en una reacción
en cadena, se marginen de la zona euro.
Lo que pase con Grecia -y
eventualmente con los otros tres países- puede hacer inclinar la balanza en
favor de los intereses de los chinos (secundados por Rusia), en detrimento de
la Unión Europea y los de Estados Unidos (país considerado como un imperio en
decadencia), mientras que China va en ascenso, aunque todos con graves
problemas por resolver.
Primeros movimientos de China y los BRICS
Mientras Grecia se revela ante el FMI, el banco asiático de infraestructuras del BRICS está listo para su estreno en 57 países,
incluyendo Reino Unido,
Alemania, Italia y Francia, puntales de la Unión Europea. También España se acaba de asociar a este
banco, que fue lanzado el pasado martes por el BRICS y que va camino a absorber
al Banco Central Europeo como entidad emisora de la moneda, dada su situación
de iliquidez.
La semana pasada Li Keqiang, primer ministro chino,
estuvo en Bruselas, donde se entrevistó con el presidente del parlamento
europeo, Martin Schultz y se comprometió a mantener las inversiones en la zona
euro, “ya que éste no es solo un
problema europeo sino que está conectado con las relaciones entre China y
Europa también, y es un problema para el mundo”.
En consecuencia, el caso de Grecia no es nada más que
el detonante de un gigantesco cambio de la ordenanza global. En otras palabras,
el impago de la deuda griega con el FMI, la banca privada europea y el Banco
Central Europeo, implicará que, primero, 17.000 millones de euros que se habían
“apostado” a favor de esa deuda en el mercado de derivados[5], se evaporen del mercado,
causando la quiebra de diferentes bancos.
Según el analista de los servicios secretos de USA, Tom Haneghan, la inclusión de Italia, España y Portugal en esa marea hará que “el boquete al
sistema” alcance los 17 billones de euros, significando el final del actual
sistema monetario.
Y es que el cáncer del dinero-deuda está haciendo
metástasis. Puerto Rico como estado Libre asociado de los Estados Unidos se
acaba de declarar en bancarrota al sumar una deuda pública impagable de 73.000
millones de dólares, y Estados Unidos no
lo rescatará.
"No vamos a
permitir que la pesada carga de la deuda heredada nos arrodille. No podemos
permitir que nos obliguen a escoger entre pagarles a policías, maestros y
enfermeras, o pagar la deuda. Otro camino es posible. Debemos actuar ahora,
juntos. Todos tenemos que compartir la responsabilidad, y el sacrificio, para
poder así compartir los beneficios de una economía puertorriqueña en
crecimiento", ha sentenciado en declaraciones de prensa el gobernador de
Puerto Rico, Alejandro García Padilla.
Entre tanto, para el pueblo griego, la no
cancelación de la deuda y por lo tanto la salida de la zona euro parece ser el
mejor camino, lo que además, sería una clara señal para que China y los BRICS
den de una vez por todas el atrevido paso de sacar de circulación al dólar
fiduciario norteamericano como moneda de referencia, y posicionar al yuang chino, basado en oro, como la nueva moneda de
referencia internacional.
[1] El próximo gran pago
de deuda de Grecia está previsto para finales de este mes de julio y en agosto,
cuando deberá redimir bonos en poder del BCE por un total de 6.800 millones de
euros.
[2]
Partido político griego de izquierda
actualmente en el gobierno del país.
Inicialmente fue fundado como una coalición de varios grupos (13 en total) y
políticos independientes de una amplia gama de tendencias dentro de la
izquierda.
[3] Ver su artículo
“Grecia, el
pueblo que no quiere vivir de rodillas”, disponible en http://www.elciudadano.cl/2015/07/05/184408/grecia-el-pueblo-que-no-quiere-vivir-de-rodillas/ (consultado el 6 de julio de 2015).
[4]
El término Troika procede del ruso y en
este caso designa la alianza entre el Fondo Monetario Internacional, el Banco
Central Europeo y la Comisión Europea.
[5]
Los derivados son productos que se instrumentan en forma independiente
de operaciones concretas, como compra de bienes, de divisas, o asunción de un
crédito. Su verdadera finalidad es compensar las fluctuaciones en los precios
de productos básicos, divisas o tasas de interés.
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