miércoles, 12 de agosto de 2015

DE NAGASAKI E HIROSHIMA A IRÁN: ESTADOS UNIDOS, DE IMPERIO CONSOLIDADO A POTENCIA DISCUTIDA

Los ataques con bombas nucleares por parte de Estados Unidos, efectuados los días 6 y 7 de agosto de 1945, pretendían debilitar al imperio japonés y a la postre sirvieron también para dar fin a la Segunda Guerra Mundial. El 15 de agosto, el imperio del Japón anunció su rendición incondicional frente a los Aliados, la cual se formalizó el 2 de septiembre con la firma del acta de capitulación.

Esos horrendos ataques  parecían saciar la sed de venganza por el ataque de Pearl Harbor[1], en el que aparte de una gran destrucción de aeronaves y material bélico, murieron 2.403 estadounidenses  otros 1.178 resultaron heridos. Sin embargo, los 71.000 muertos que dejó la bomba de uranio Little Boy, lanzada el 6 de agosto en Hiroshima y los 38.000 que dejó la bomba de plutonio Fart Man sobre Nagasaki, tres días después, son a todas luces daños exagerados, para compensar el afán retaliatorio del imperio estadounidense, sobre todo porque con el correr del tiempo los muertos aumentarían. Se estima que hacia finales de 1945, las bombas habían matado a 166.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki, totalizando unas 246.000 muertes[2].


Hoy, 70 años después, sigue la polémica de si tal barbarie era necesaria, cuando por ese entonces ya Japón no tenía la gran máquina de guerra que había exhibido cuatro años atrás con Pearl Harbor y era cuestión de semanas su capitulación. Pareciera entonces que Estados Unidos -por presión política- se hubiera decidido a lanzar las bombas, no sólo para ´justificar´ la gran cantidad de dinero invertido en su desarrollo, sino para consolidarse como la principal potencia imperial del momento -como efectivamente ocurrió-, lo que le permitió tener no sólo el liderazgo militar y político, sino también económico en el nuevo Orden Mundial.

Ese orden mundial, 70 años después, está en disputa y el liderazgo de Estados Unidos también. Eso explica por qué los ataques nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki fueron ordenados sin titubear por Harry S. Truman, presidente de los Estados Unidos ese entonces, mientras que el presidente actual (Barack Obama) ha sido más cauteloso y diplomático frente al manejo del poderío nuclear de Irán y las implicaciones que tiene no sólo para la paz en el convulsionado Oriente Medio, sino en todo el mundo, además del trasfondo económico que encierra el acuerdo logrado con el país de los Ayatolas.
Irán negocia a cambio de no más sanciones

A más tardar el 13 de septiembre, es decir 60 días después de firmado, el Congreso de los Estados Unidos aprobará o rechazará el acuerdo que firmaron varias potencias mundiales con Irán para limitar el programa nuclear iraní a cambio de un levantamiento de todas las sanciones impuestas por algunas naciones poderosas, las Naciones Unidas, y por organismos multilaterales.

Tras 20 años de negociaciones, seis potencias mundiales (Alemania, China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) llegaron a un acuerdo con Irán para limitar su actividad nuclear a cambio del levantamiento de las mencionadas sanciones económicas. El convenio fue firmado el 13 de julio de 2015 en Viena, tras dos semanas de negociaciones.

El acuerdo se ha presentado como una gran victoria tanto para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, como para su homólogo iraní, Hassan Rouhani, un líder pragmático elegido hace dos años bajo la promesa de reducir el aislamiento diplomático del país de 77 millones de habitantes.

Los puntos clave del acuerdo - son los siguientes:
§     Irán no producirá uranio altamente enriquecido durante los próximos 15 años.
§     Irán se deshará del 98% del material nuclear que posee y eliminará 2/3 de las centrifugadoras que tiene instaladas.
§     Las potencias podrán verificar "por primera vez" el grado de cumplimiento del acuerdo.
§     A cambio, Naciones Unidas levantará todas las sanciones que pesan sobre Irán vinculadas al programa nuclear, aunque con algunas limitaciones
§     Antes de comenzar el levantamiento, Irán deberá cumplir con los "pasos básicos" del acuerdo
§     Las sanciones se mantendrán durante los próximos cinco años en el caso de las armas y durante los próximos ocho en el caso de los misiles balísticos.

Aunque no es un acuerdo económico, sino nuclear, el levantamiento de las sanciones impactará directamente, no solamente en la economía de Irán, sino en la  del mundo. Si el Congreso de Estados Unidos avala el acuerdo, Irán podrá firmar lucrativos convenios con grandes empresas de energía que ya han mostrado interés y podrá aumentar considerablemente su producción de crudo y gas.
 
Foto del histórico acuerdo entre Irán y las seis potencias
Irán tiene la cuarta mayor reserva de petróleo del mundo -150.000 millones de barriles- y la segunda mayor reserva de gas natural del planeta. Actualmente, ese país produce 2.85 millones de barriles diarios de petróleo (BDP), pero de levantarse las sanciones, la producción de crudo aumentará en un millón de BDP, según anunció Bijan Zanganeh, ministro de Petróleo.

De acuerdo con analistas, eso le permitiría a Irán aumentar sus exportaciones de petróleo hasta en un 60% en un año, mediante la recuperación de mercado en los países que redujeron las importaciones como consecuencias de las sanciones.

Sin embargo "cualquier cambio en este ámbito no vendrá de inmediato y será muy lento", explicó a BBC Mundo Dina Esfandiary, investigadora del Centro de Estudios en Ciencia y Seguridad de King’s College London y experta en Irán.[3]

Tiemblan los enemigos históricos de Irán
Desde la revolución iraní en 1979, Estados Unidos es un aliado histórico de Arabia Saudita, que ve con nerviosismo el acuerdo con Irán, ya que este país históricamente ha sido el gran defensor de las comunidades chiitas en Medio Oriente, en contraste con los grandes reinos sunnitas[4] impulsados por los países del Golfo y liderados por Arabia Saudita.

Además, los sauditas, que son los principales productores de petróleo en la región, se verán directamente afectados si Irán logra acuerdos comerciales con Occidente y por eso no ven con buenos ojos que su principal aliado en Occidente (Estados Unidos) se vuelva amigo de su enemigo histórico.

Sin embargo, Arabia Saudita no es el único enemigo histórico de Irán en la región del Medio Oriente, ni tampoco el único aliado de Estados Unidos.  En Israel, el propio primer ministro Benjamin Netanyahu ha dicho que está profundamente preocupado por este acuerdo, el que definió como un ´error histórico´. Por tal razón, Israel desplegó con anterioridad y de manera abierta todo su poder y contactos internacionales para intentar detener las conversaciones.

Ambos países creen que el pacto nuclear los pone en peligro. Lo que al parecer no están teniendo en cuenta ni Arabia Saudita ni Israel es que Estados Unidos es una potencia en decadencia, que no tiene el poderío militar de otros tiempos, por lo cual no tiene la suficiente capacidad bélica para enfrentar simultáneamente a Rusia, China, Irán y las acciones terroristas del llamado Estado Islámico. Así lo considera Paul Craig Roberts, el subsecretario del Tesoro en la Administración de Ronald Reagan, en su último artículo[5]. Agrega además que la situación económica de Washington no es la mejor, pues ha perdido más de US$6.000 millones de dólares durante 14 años de guerras en Medio Oriente. Esa debilidad en lo económico y en lo militar -según él- sería la razón principal del acuerdo nuclear con Irán.

Pero por otro lado -y como segunda razón del acuerdo- Irán puede convertirse en un aliado de Estados Unidos en la lucha contra el grupo terrorista (Estado Islámico) y una tercera razón sería la vulnerabilidad energética de Europa, que depende del gas y el petróleo de Rusia. Estados Unidos -y los mimos países europeos afectados como Alemania- quieren acabar con esa dependencia, al convertir -en el mediano plazo- a Irán como un proveedor de recursos energéticos para Europa.

Desde esa triple perspectiva –política, militar y económica- es claro que la situación de Estados Unidos en uno y otro escenario geopolítico histórico, es completamente distinta. En 1945 necesitaba arrojar esas bombas contra el pueblo japonés para mostrar su poderío militar y político, que a su vez lo llevara a consolidar el liderazgo económico, que había empezado a tomar tras la primera confrontación bélica mundial. Hoy es una potencia con signos de decadencia, un imperio cuya hegemonía está en disputa por parte de otras potencias y con una situación económica muy complicada (altos niveles de consumo y endeudamiento, baja tasa de generación de empleo, poco crecimiento del PIB y poco dinamismo en el sector inmobiliario, entre otros aspectos).


[1] Se trató de una ofensiva militar sorpresa efectuada por Japón contra la base naval de Estados Unidos en Pearl Harbor (Hawai), el domingo 7 de diciembre de 1.941.

[2] Como la sociedad japonesa quedó marcada para siempre por el horror de esas bombas, incluso los efectos psicológicos y fisiológicos perduran incluso hasta hoy, causó sorpresa que esta semana haya abierto el reactor nuclear de Sendai, a 300 kilómetros al norte de Tokio.
[3] Tres consecuencias (y una duda) del histórico acuerdo nuclear con Irán. Disponible en: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150714_iran_eeuu_acuerdo_nuclear_consecuencias_ch (Consultado el 3 de agosto de 2015)

[4] Los chiitas son una secta minoritaria que sostiene que sólo los descendientes del profeta Mahoma y algunos de sus socios tienen derecho a liderar la comunidad musulmana. Por su parte los sunnitas, que son mayoría, sostienen que cualquier musulmán puede llegar a ocupar el liderazgo. 

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