jueves, 14 de mayo de 2015

¿SE LA JUEGA SANTOS POR LA EDUCACIÓN?

Tras un paro de educadores de dos semanas que significó la suspensión de clases para miles de estudiantes de básica primaria y secundaria y la realización de diferentes protestas de los profesores de todo el país, Fecode negoció con el Gobierno lo relacionado con la nivelación  salarial, la salud y la evaluación de la competencia docente.

Este miércoles durante la entrega del Premio Compartir al Maestro 2015, en el Teatro Colón de Bogotá, el Presidente Juan Manuel Santos, destacó que el incremento salarial acordado (12% diferido para los cuatro años), significa un esfuerzo fiscal adicional de $4 billones de pesos.

Agregó que este año, por primera vez en la historia, el presupuesto para la educación será mayor que el presupuesto para la guerra, al llegar a casi $137 billones de pesos, mientras que para seguridad y defensa serán $94 billones en el cuatrienio, lo cual se puede interpretar como una consecuencia lógica de firmarse un acuerdo de paz.

Al mirar estas cifras se puede interpretar como una clara decisión política del gobierno para mejorar la educación en Colombia, aspecto en el que el país está claramente rezagado y en el que países que han salido del subdesarrollo han incrementado sustancialmente el presupuesto para elevarlo a más del 7% del PIB.

En general los países de América Latina han venido haciendo un esfuerzo en esta materia, al juzgar por un estudio de la Unesco[1], en el que se da cuenta del incremento de la inversión del 4.5% al 5.2% del PIB en promedio en la pasada década (Ver gráfica tomada del estudio).


Santos anunció también en la mencionada celebración del Día del Maestro que la educación gratuita en Colombia va ser obligatoria hasta el grado once, y no únicamente hasta el grado noveno -como lo venía siendo-, lo cual va en consonancia con el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), que señala: “Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos”.

No obstante, si bien a primera vista parecen bien intencionadas las medidas adoptadas para mejorar le educación en el país, parece haber una distorsión en las mismas, al considerar –implícitamente- que la calidad depende únicamente de los maestros, pues el gobierno puso en marcha un programa de incentivos al desempeño, según el cual los docentes, directivos y trabajadores administrativos de los colegios que logren alcanzar las metas de mejoramiento Mínimo Anual, podrán obtener estímulos económicos equivalentes hasta a un salario adicional al año y que de acuerdo con el Ministerio de Educación Nacional, puede significar un incremento en los ingresos de un docente de hasta el 7.5% por ciento anual. 

El Jefe de Estado consideró que con este programa de incentivos y estímulos “ganan nuestros niños, pues aprenderán más y mejor; ganan los maestros, pues mejoran sus ingresos, y gana el país, pues nos acercamos al propósito de ser la nación más educada de América Latina”.

Estos premios o incentivos a la docencia tienen una clara concepción liberal o mejor de la economía liberal (neoliberal), en la que se dan bonificaciones por productividad a los trabajadores, olvidando-como bien lo resalta el mencionado informe de la Unesco- que una visión multidimensional del derecho a la educación, que incluye el derecho a aprender y a recibir un buen trato en el sistema escolar, sitúa la calidad de la educación en el centro de las preocupaciones. Más aún, resalta el informe que “dados los importantes avances en cobertura, la agenda de educación para todos en la región estará cada vez más marcada por los desafíos de la calidad, siendo uno de ellos asumir una definición amplia y no reduccionista del concepto de  ‘calidad educativa’” (Página 25).

Es indiscutible que el pilar fundamental de la calidad educativa son las capacidades profesionales docentes, pero además la profesión docente debe ser de estatus social, es decir, con buenos salarios y adecuadas condiciones laborales. “Aunque la información disponible es parcial, todo indica que la situación predominante de la docencia en la región no se ajusta a las características de una profesión de alto estatus: los salarios y las condiciones laborales son deficientes, la formación inicial es de baja calidad, y las oportunidades de desarrollo profesional son limitadas”, resalta el informe de la Unesco (página 26).

 En consecuencia, el desafío de la política educativa en América Latina -y particularmente en Colombia- es enorme, pues implica configurar una carrera profesional docente capaz de atraer a jóvenes talentosos a la docencia, formar adecuadamente a los candidatos, retener en las aulas (especialmente en aquellos sectores más desaventajados) a los profesores competentes, y hacer del desarrollo profesional una necesidad y una exigencia.

Indispensable para ello es la unificación del Estatuto Docente y la nivelación salarial de los docentes que más recientemente ingresaron al sistema. En el país coexisten dos estatutos que regulan el ejercicio de la docencia, el Decreto 2277 del  14 de septiembre de 1979 (el de los maestros ´viejos’)  y el Decreto 1278 de Junio 19 de 2002 (el de los maestros ´nuevo’). 

El primer decreto, en sus artículos 8 y 9 crea el escalafón nacional docente para la clasificación de los educadores, el cual está constituido por catorce grados en orden ascendente, del 1 al 14. Permite que los años de servicio para el ascenso en el escalafón puedan ser continuos o discontinuos y laborados en establecimientos educativos oficiales o no oficiales aprobados por el Ministerio de Educación Nacional (Artículo 11).

Entre tanto, el Decreto 1278 estructura otro Escalafón Docente (artículo 20) conformado por tres (3) grados, que se establecen con base en formación académica. Cada grado tiene cuatro (4) niveles salariales (A-B-C-D). Quienes superen el período de prueba se ubicarán en el Nivel Salarial A del correspondiente grado, según el título académico que acrediten; pudiendo ser reubicados en el nivel siguiente o ascender de grado, después de tres (3) años de servicio, siempre y cuando obtengan en la respectiva evaluación de competencias el puntaje indicado para ello, según lo dispuesto en el artículo 36 del mismo decreto.

Una vez inscrito, se considera ascenso pasar de un grado a otro dentro del Escalafón Docente, previa acreditación de requisitos y superación de las correspondientes evaluaciones de desempeño y de competencias, y existencia de disponibilidad presupuestal. Esto último es particularmente injusto, pues si un docente asciende en ´franca lid´ y en condiciones de mayor exigencia que los del decreto anterior, lo más justo es que ese ascenso se produzca de inmediato con su consiguiente mejora salarial.  Además va en contravía de una política de mejora educativa como la pregona el gobierno.

Quizás por esta situación, luego de que Fecode y el Gobierno llegaran a un acuerdo que implicó el levantamiento del paro del magisterio colombiano, quedó un sentimiento mayoritario entre los profesores que se sienten traicionados y que los acuerdos logrados no los representan. Por otro lado, distintos sectores de educadores reclaman un cambio radical en las prácticas sindicales, lo implicaría una reforma de los estatutos, y se escucharon muchas voces que reclaman la creación de otro sindicato magisterial, que represente los verdaderos intereses de los docentes cobijados por el decreto 1278.




[1] Se llama “Situación educativa de América Latina y El Caribe: Hacia la educación de calidad para todos al 2015”. Disponible en http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/images/SITIED-espanol.pdf

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