Las encuestas conocidas la semana
pasada sobre intención de voto para la Alcaldía de Medellín han suscitado
diferentes reacciones, porque no reflejan el momento político, sino que
obedecen a una clara intención de influir en la opinión pública para incidir en
la intención de voto de los electores, en favor de determinados candidatos.
Llamó particularmente la atención la
encuesta de la firma Invamer Gallup para El Colombiano y Caracol Radio, en la
que el candidato a la Alcaldía de Medellín, Juan Carlos Vélez Uribe, salió en
el primer lugar de favorabilidad en cuanto a la intención de voto de las
personas consultadas. Esto ha generado sospechas sobre manipulación, puesto que
un candidato no sube 14 puntos en diez días -como fue su caso- ni otro baja
diez puntos en una semana, pues al parecer el objetivo es bajar a Eugenio
Prieto y a Gabriel Jaime Rico.
Este hecho no se puede mirar de manera
aislada, sino que tiene relación con el acuerdo a que llegaron el 21 de junio
en la finca del ex presidente Uribe, algunos dirigentes del GEA (Grupo
Empresarial Antioqueño) como Manuel Santiago Mejía y los dirigentes del Centro
Democrático, encabezados por Alvaro Uribe Vélez y el director nacional de ese
partido, Oscar Iván Zuluaga, para sacar del juego político a Liliana Rendón, al
quitarle el aval-. Ello con el fin de cerrarle el paso a Luis Pérez en su
intención de llegar a la Gobernación de Antioquia.
Todo eso hace parte de los movimientos
del ajedrez electoral en Antioquia, como también el hecho de que el gobernador Sergio
Fajardo y sus candidatos (Federico Restrepo a la Gobernación y Alonso Salazar a
la Alcaldía) hayan iniciado la campaña sucia contra sus contrincantes para aparecer
ellos como los buenos y hacer ver a los demás como los malos.
Pero volviendo al tema de las
encuestas, hay que decir que sus resultados -que pueden orientar o desorientar
a la opinión pública dependiendo de su rigor técnico- tienen un mayor impacto
al ser difundidas por medios masivos de comunicación, como el caso de la
mencionada encuesta de Gallup.
Esa difusión de las
encuestas en medios masivos tiene mayor relevancia en América Latina, que en
otras partes del mundo. El estudio de opinión de América Latina y el Caribe
(Flacso-Ipsos, 2009-2010, denominado Gobernabilidad y Convivencia Democrática
en América Latina), confirmó que esta es una región en la que los poderes
convencionales y los mecanismos de representación tradicional han perdido
credibilidad, mientras que los medios de comunicación son las instituciones que
gozan de la mayor confiabilidad.
“Los latinoamericanos (as) depositan una
excesiva confianza en los medios de comunicación (noticieros de televisión, de
radio, y periódicos) que gozan de un nivel de confianza del 59%, esto es,
aparecen con un 24% más de confianza que las instituciones relacionadas con el
Estado (políticos, Fuerzas Armadas, Presidente de la República y Presidente del
Congreso) que alcanza sólo el 34% de las opiniones favorables”, precisa el estudio en su página 8.
Agrega que los países
con tendencias a tener más confianza (estableciendo un umbral del 20%) en los
noticieros de televisión son Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El
Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República
Dominicana y Venezuela (es decir, 14 países de 18). Para los cuatro restantes
(Argentina, Bolivia, México y Uruguay), menos de un 20% les atribuyen mucha
confianza a los noticieros de televisión.
Teniendo claridad sobre
la gran influencia que los medios masivos ejercen sobre la Opinión pública, es pertinente
dar un vistazo -desde un contexto histórico- a este concepto, así como a una
definición y origen de los estudios o sondeos de opinión, entre cuyas técnicas
se destaca la encuesta para el ámbito político, aunque hay que decir que
también es muy utilizada por las ciencias sociales, quizá con mayor rigor
científico.
El concepto de Opinión
Pública
En
la era primitiva el concepto de Opinión Pública, si acaso existiese, estaría
identificado en la decisión del colectivo, mientras que en la fase esclavista
era inexistente, salvo para quienes ostentaban el poder militar (estrechamente
ligado al político y económico).
No
obstante, hay que anotar que desde Platón y Aristóteles el concepto de Opinión
Pública estaba asociado a la virtud política de la opinión popular. Ya en la
Roma antigua el concepto se asociaba estrechamente con el poder de sometimiento
y de destrucción del aparato de gobierno.
Llegados
a la Edad Media, con un poder ideológico y político predominante de la Iglesia,
el concepto de lo popular se cambia por Dios. Esta institución acuña la
expresión “Vox Populi, Vox Dei” (La voz del pueblo es la Voz de Dios).
Claramente
entonces hay que decir que la Opinión Pública es un concepto propio de la
Modernidad, fundamentalmente de las ideas liberales y democráticas de los
siglos XVII y XVIII, especialmente con autores como Thomas Hobbes y John Locke.
Sin embargo, el concepto toma fuerza política
con Rousseau, para quien “la voluntad popular puede dirigir ella sola las
fuerzas del Estado, según el objetivo de su institución que es el bien común”
(Capítulo I del Contrato Social (pp 48-51)[1].
De esta manera, es pues la Opinión Pública, la acción que se pone al secreto,
propia del Estado Absolutista.
Desde
una dimensión epistemológica se puede definir la Opinión Pública como una forma de conocimiento. No
obstante, desde el Derecho y la Ciencia Política, se la entiende como una
abstracción que permite verificar el sistema político democrático, pero es
preciso entender que no se construye en abstracto, sino que necesita un
espacio, que es la esfera pública, que Charles Talador[2]define
como:
un espacio común donde los
miembros de la sociedad se encuentran, a través de una cierta variedad de
medios de comunicación (impresos, electrónicos)
y también en reuniones cara a cara, para discutir asuntos de interés
común y, de este modo, ser capaces de formar una opinión común sobre ellos (P, 337)
Así entendida, la esfera
pública ha sido
fundamental para el desarrollo de la democracia, porque es allí donde mediante
el debate se construye la opinión pública, que se denomina así, no solamente
porque es del público, sino también porque implica la res pública -la cosa
pública-, o sea, “argumentos de
naturaleza pública: los intereses generales, el bien común, los problemas
colectivos.”[3]
Es
justamente en este contexto que cobran vida y tienen validez los estudios o
sondeos de opinión y las encuestas, de cuyo origen y definición nos ocupamos
enseguida..
Definición y origen de
los estudios de opinión
Juan
Manuel Herrera y Atilia Ramírez [4] definen los estudios de
opinión como “un canal que permite conocer y, en su caso, evaluar actitudes,
opiniones, gustos, necesidades y expectativas de un número determinado de
personas (muestra) sobre algún hecho o fenómeno en particular”.
La
Asociación de Ciencias Sociales de Extremadura [5] (ACISE), define los
estudios de opinión como “encuestas de escalas de actitud de carácter
periódico: mensual o anual, con cuestiones sociológicas, políticas y
económicas, que organizan, diseñan, realizan y publican las instituciones
estatales con los centros de investigaciones sociológicas nacionales, los
institutos privados de investigación y las cámaras de comercio”.
El primer ejemplo conocido de un sondeo de opinión
fue una encuesta de voto local, sin valor científico, realizado por el
Harrisburg Pennsylvania en 1824, dando como ganador a Andrew Jackson sobre John Quincy Adams por 335 votos contra
169, en la campaña por la Presidencia de los Estados Unidos.
En
1916 el Literary Digest predijo correctamente la elección como Presidente de
Woodrow Wilson y también las siguientes cuatro elecciones presidenciales. En
1936, George Gallup condujo una encuesta mucho más pequeña, pero con mejores
bases científicas, utilizando muestras demográficas representativas y predijo
correctamente la victoria de Roosevelt, llevando así a la bancarrota a la
Literary Digest.
Ya
para el 1950, las encuestadoras se habían propagado por la mayoría de las
democracias, llegando a estar a inicios del siglo XXI en prácticamente todos
los países del mundo.
En
la actualidad, los estudios de opinión, no solo son de carácter político-social,
sino que también son muy utilizados para el estudio del comercio, la
determinada demanda de un producto, su aceptación o rechazo, así como las
causas de estos.
Encuestas y sondeos
En general, los estudios de opinión trabajan con el
esquema diseño- recolección- análisis. Las Encuestas son un conjunto de preguntas preparadas cuidadosamente,
sobre los hechos que interesan para ser contestadas por la población o la
muestra escogida.
De manera pragmática se definen las opiniones como reacciones positivas
o negativas a las preguntas de las encuestas y como –salvo en las de carácter
académico- tratan temas sin excesiva relevancia para la experiencia personal de
los encuestados, éstos resultan manipulables con las preguntas de los sondeos o
las informaciones periodísticas.
Errores
metodológicos
Como todos los sondeos están basados en muestras, están
sujetos al error de muestreo, el cual se refleja en el margen de error. Un
sondeo con una muestra aleatoria de 1.000 personas tendrá un margen de error de
3%, el cual puede ser reducido mediante una muestra más grande, por lo tanto si
un encuestador desea reducir el margen de error al 1%, necesitaría una muestra
aproximada de 10.000 personas.
Sin embargo, como en la práctica, las firmas
encuestadoras necesitan balancear el costo de una muestra grande en contraposición
a la reducción del error de muestreo, generalmente para los sondeos de carácter
político acostumbran como tamaño de muestra de entre 500 y 1.000 personas (ara
vez llegan a las 2.000 personas.
Téngase en cuenta que para 500 respuestas completas
podrían ser necesarias miles de llamadas telefónicas y que algunas personas
podrían no responder llamadas de extraños, o rehusar a responder el sondeo, por
lo que muchas veces las muestras pueden no ser representativas de la población.
Por eso, las características de quienes aceptan ser encuestados pueden ser muy
distintas de quienes se niegan, lo que convierte a la muestra en una versión parcializada del universo que el
encuestador quiere analizar. De ahí que cada empresa encuestadora tenga sus
propias fórmulas para minimizar la parcialidad de tendencia de la
muestra.
También, los resultados de la medición podrían ser
afectados por las respuestas
parcializadas, donde las respuestas dadas por los encuestados no reflejan
sus verdaderas creencias, ya que podrían estar bajo presión social y así tratar
de no dar una respuesta no popular. Si el resultado del sondeo es ampliamente
publicitado, este efecto se verá aumentado. Esto es lo que se conoce como
Espiral del silencio[6].
Está bien establecido que la redacción de
preguntas, el orden en que son formuladas y el patrón en el que las respuestas
alternativas son ofrecidas, puede influir en los resultados de un sondeo. Los
encuestadores intentan minimizar este efecto estableciendo la misma batería de
preguntas en distintos momentos para conseguir cambios en la opinión.
No son estudios de
opinión
Para Esomar, la “Sociedad Europea de Opinión e Investigación de
Mercados” (European Society for Opinion and Marketing Research) no son estudios de opinión, los siguientes:
1.
Sondeos forzados (Pus Polling): Mediante la utilización de cuestionarios o
muestras deliberadamente sesgadas, se busca producir resultados falsos de apoyo
a un tema determinado.
2.
Televoto: No producen muestras fiables ni representativas, pues
solo representan las respuestas de quienes escuchan o ven el programa y deciden
responder. Sus resultados no pueden extenderse a toda la población.
3.
Sondeos por Internet. Difícilmente arrojan muestras representativas
4.
El frugging es un término inglés que designa la actividad de
recaudar fondos, disfrazada de sondeo.
5.
Megabases de datos para la distribución de millones
de cuestionarios. No existe ningún apoyo científico a la noción de que como
millones de personas han respondido las mismas preguntas, los resultados
producidos serán válidos y fiables.
En resumen, para el juego electoral, que a su vez
hace parte del juego democrático, las encuestas son válidas y hasta necesarias,
siempre y cuando se hagan con el rigor técnico-científico del caso, para que no
distorsionen la realidad y lesionen la credibilidad de la Opinión Pública.
[1] Rousseau, Jean
Jacques. (2009). El Contrato Social.
Bogotá, Editorial Torrefuente.
[2] Taylor, Charles. (1995). La Política
Liberal y la esfera pública. En “Argumentos
filosóficos”. Barcelona: Editorial Paidós, pp 335-372.
[3] Sartori, Giovanni. (1998). Homo Videns, la Sociedad Teledirigida. Buenos Aires, Taurus.
[4] Juan
Manuel Herrero Alvarez y Atilia Ramírez Suárez. “Los Estudios de Opinión como
herramienta de comunicación en la Construcción del Padrón Electoral”. Papeles de Población, octubre-diciembre, No
009. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca. México. Pp. 53-56.
[5] Asociación
de Ciencias Sociales de Extremadura (ACISE). Disponible en www.
sociologiaext.wordpress.com. ¿Qué son los
estudios de Opinión? Un extracto
elaborado por Jorge Arias López.
[6] Es una teoría de ciencias
políticas y comunicación propuesta por la politóloga alemana Elisabeth
Noelle-Neumann en su libro La Espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social (1977), donde estudia la opinión pública como
una forma de control social en la que los individuos adaptan su comportamiento
a las actitudes predominantes sobre lo que es aceptable y lo que no lo es.
¡Interesantisimo! Es muy rico leer, u oir en programas políticos, a los que sì saben de lo que escriben o hablan; en cambio, particularmente en la radio, hay programas con invitados dizque por su trayectoria en la vida pública asì que opinan de estos temas; pero resulta que sus opiniones son tan pobres que dan grima.Muy bien Jaime.
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