jueves, 4 de junio de 2015

LA DISPUTA POLÍTICA EN COLOMBIA ES MÁS DE FACCIONES QUE DE PARTIDOS

Lo que sucedió el viernes de la semana pasada durante la convención del Partido Conservador en Antioquia para escoger candidato único de la colectividad azul a la gobernación del departamento, es una muestra fehaciente de que los partidos políticos en Colombia se mueven más por intereses burocrático-electorales representados por diferentes grupos o facciones en su interior, que por idearios colectivos que apuntan al bien común.

Como es bien sabido, un acuerdo a última hora entre las dos fuerzas políticas más poderosas del Partido Conservador en Antioquia, encabezadas por las senadoras Olga Suárez Mira (Bello) y Nidia Marcela Osorio (Itagüí) le permitió a la administradora de empresas, Eva Inés Sánchez, imponerse como candidata única de esa colectividad a la Gobernación de Antioquia.

El Partido Conservador, que no llega al cargo departamental desde 1998 cuando ganó con Alberto Builes Ortega, al parecer tiene un acuerdo con la Unidad Nacional, que encabeza el propio Presidente Santos, para que la señora Sánchez, después de ungida por la colectividad azul, decline posteriormente a su aspiración y adhiera a la candidatura de Luis Pérez Gutiérrez, a cambio de recibir la Contraloría General de Antioquia. La estrategia de los grupos conservadores de Bello e Itagüí, de paso dejó en el camino a César Eugenio Martínez, afecto al Centro Democrático con el que haría alianza si fuese elegido candidato único del conservatismo, para luego declinar también y apoyar a Liliana Rendón Roldan, la candidata de Uribe a la Gobernación de Antioquia.

Estas estratagemas políticas -y otras que seguramente se producirán en las próximas semanas- son muestra de que los partidos políticos en Colombia no tienen coherencia ideológica, no están cohesionados por unos ideales o alrededor de un líder –salvo el Centro Democrático con Uribe- y se mueven más por intereses burocráticos individuales o de grupos minoritarios al interior de las colectividades.

Aunque algunos analistas consideran que históricamente los partidos tradicionales en Colombia -Liberal y Conservador-, han actuado sobre la base de intereses personales y divididos a su interior[1], a nuestro juicio las reformas al sistema de partidos en Colombia (2006 y 2010) en vez de posibilitar la aparición de nuevos partidos -que si los ha habido como el Partido de la U, el Verde y el Centro Democrático-, lo que han propiciado con más fuerza es el surgimiento de grupos de interés dentro de las colectividades, más asimilables a lo que se conoce como facciones.

Una facción al interior de un partido se puede definir como: “una agrupación en torno a una persona para distribuir factores de poder o expectativas de ello”[2]. De esta manera, los partidos  pierden su esencia como articuladores de la relación entre la sociedad civil y el Estado, interpretando las necesidades y requerimientos de aquella, para que aquel busque satisfacerlas. Además, “los partidos tienen importantes cometidos en los Estados modernos: proponer programas e ideologías a los ciudadanos, articular y aglutinar intereses sociales con finalidades estrictamente políticas, movilizar y socializar a los ciudadanos y, principalmente, reclutar élites y formar gobiernos, función que sólo ellos pueden realizar.”[3]



Para el mencionado caso del Partido Conservador en Antioquia, serían facciones las llamadas casas conservadoras de Bello e Itagüí, lideradas por las senadoras Olga Suárez Mira Nidia Marcela Osorio, respectivamente; así como el grupo de la ex candidata Marta Cecilia Ramírez Orrego. También dentro de los azules, lo que otrora fue el Ramismo (de Luis Alfredo Ramos) y el Coraje de Fabio Valencia Cossio (Hoy en el CD); ello sin mencionar lo que ocurre en el Partido Liberal, que es muy similar.

Dada la estructura actual de los partidos políticos mediante facciones, no es de extrañar que al interior de cada colectividad haya confrontaciones entre grupos, pero también alianzas de conveniencia como la que se presentó en la convención azul en Antioquia. Es natural que entre un partido y otro haya confrontación ideológica -pese a que ahora es más por otro tipo de intereses- aunque también se suelen dar alianzas ´programáticas´ o más bien burocráticas. Sin embargo, lo que es un poco extraño -aunque en otro tiempo se ha dado[4]- es la alianza entre una facción de un partido y otra de otro partido tal vez no muy afín desde el punto de vista ideológico o programático.

Siguiendo con lo ocurrido con los conservadores en Antioquia, tras el análisis que he venido haciendo, no es de extrañar que entonces se afirme que la facción que lidera la ex candidata Marta Cecilia Ramírez Orrego apoye al candidato del Centro Democrático a la Alcaldía de Medellín,  Juan Carlos Vélez y tampoco que  la facción de César Eugenio Martínez y su jefe, el senador Juan Diego Gómez, apoye la campaña del CD a la Alcaldía, y la aspiración a la Gobernación de Luis Pérez (Unidad Nacional).

Centro Democrático ¿facción o partido?
Mención aparte merece el partido Centro Democrático, cuyo indiscutible líder y gestor es el senador Alvaro Uribe Vélez. Hay que decir entonces, en nuestro concepto, que el uribismo originalmente sería una facción dentro del Partido de la U, solo que ahora ha devenido en partido político, pero con el comportamiento típico de una facción, pues funciona en torno a la persona y personalidad de Uribe.

De  ahí que en las elecciones parlamentarias de marzo de 2014, Uribe decidiera encabezar una lista cerrada para que su nombre arrastrara a los demás, como efectivamente ocurrió. Sin embargo, lo que en ese entonces fue una fortaleza y una estrategia válida, hoy puede ser el talón de Aquiles del Centro Democrático, en el sentido de que Uribe -en su calidad de Senador- no puede encabezar las listas a concejos municipales y asambleas, y mucho menos hacer campaña con todos sus candidatos a las principales alcaldías y gobernaciones.

Pese a que sus más conspicuos seguidores le atribuyen a Uribe un carácter mesiánico, no tiene el don de la ubicuidad para multiplicarse y estar presente en las campañas de todos sus candidatos y mucho menos en los próximos meses cuando ganan en intensidad. Por otra parte, aunque en la pasada campaña presidencial estuvo muy cerca de Oscar Iván Zuluaga, su candidato debía defenderse solo en muchos escenarios -debates televisivos y entrevistas en medios, por ejemplo- evidenciando ante los electores que definitivamente Zuluaga no era Uribe, como tampoco lo son sus candidatos a las instancias de poder local y regional. Al respecto Natalia Arenas, en la Silla Vacía, dice lo siguiente:

Si Uribe quiere repetir el triunfo del año pasado en las elecciones de octubre tendrá que hacer él mismo campaña junto a sus candidatos. A pesar de que el Centro Democrático lleva más de un año de creado, no ha logrado conseguir fichas fuertes ni siquiera en los 11 departamentos y en Bogotá en los que el uribismo le dio una tunda a Santos en la primera vuelta presidencial. De esos, sólo tiene hoy una ficha propia fuerte para quedarse con una gobernación y otras dos fuertes para alcaldías. De resto, en el panorama regional, doce son candidatos débiles y en otros siete está buscando alianzas, aun cuando en cuatro ya tiene candidatos[5].

La esencia caudillista del Centro Democrático quedó evidenciada el año pasado en la decisión de conformar una lista cerrada para las elecciones parlamentarias y es lo que Bernard Manin[6] llama la “personificación de la opción electoral”, que es cuando los votantes lo hacen más por la persona que por los partidos o programas. Esa es justamente la dificultad que acarrea el Centro Democrático para las elecciones de octubre para autoridades locales, que la gente no va a votar por el hoy senador Alvaro Uribe Vélez, sino por personas que recibieron su guiño y supuestamente representan sus ideales y credo político.

Consideraciones finales
Antes de concluir es pertinente aclarar que con la Constitución Política de 1991, Colombia al perecer estaba dando el salto de un sistema bipartidista a un pluralismo polarizado (muchos partidos con diversidad de posturas ideológicas), pero caracterizado por la aparición de “organizaciones electorales que emergen de forma coyuntural y se esfuman rápidamente sin ninguna pretensión de convertirse en agrupaciones políticas estables”[7]. Es decir, la constitución daba la posibilidad de que se crearan partidos políticos, muchos de ellos provenientes de movimientos sociales con pretensiones políticas, pero sin estructura estable ni jerárquica definida, lo cual los hacía efímeros en el tiempo.

El legislativo trata de corregir esa anomalía del sistema democrático y de partidos en Colombia con las reformas de 2006 y 2010, con lo cual se reduce el número de partidos en competencia y hoy podemos decir que en el país predomina un pluralismo moderado, tomando como referencia el análisis institucionalista de Sartori[8].

En consecuencia, lo que se ha venido observando desde la entrada en vigencia la constitución de 1991, en lo que atañe al sistema de partidos en Colombia, es no sólo la aparición de movimientos políticos originados de movimientos sociales, sino una fragmentación de los partidos tradicionales, dando origen a nuevos partidos que cooptan a parte de sus militantes o la conformación de facciones en permanente disputa al interior de los partidos tradicionales (incluso ocurrió también ya en el Polo).

 De la primera situación es claro que ese es el origen del Partido de la U y del Centro Democrático, cuyas bases originalmente militaron o en el liberalismo o en el conservatismo, y que en el caso del CD, está centrado en la personalidad de un caudillo -el ex presidente Uribe- más que en una ideología claramente definida, a no ser por sus posturas de extrema derecha, es decir, completamente alejadas del nombre de la colectividad. En cuanto a la primera situación, s ilustrativo ver los diferentes grupos dentro del Partido Liberal y del Conservador, como en este último caso se analizó en el presente artículo.




[1] Baste mencionar solamente el Ospinismo y el Laurianismo en el Partido Conservador o el Turbayismo y el Lopismo en el Partido Liberal.
[2] Definición del concejal de Bogotá, Víctor Reyes Morris.
[3] Cárdenas Gracia Jaime (2010). Los partidos políticos y la democracia. Instituto Federal Electoral, México.
[4] Recordemos el movimiento Regenerador de Nuñez, que aglutinaba a liberales y conservadores y logró cambiar la constitución liberal de 1863  e imponer el modelo centralista de la constitución de 1886.
[5] Artículo “No hay Uribe pa´ tanto candidato”, de Natalia Arenas en La Silla Vacía. Disponible en: http://lasillavacia.com/historia/uribe-tendra-que-tener-el-don-de-la-ubicuidad-para-octubre-50404
[6] Manin, Bernard (1998). Los principios del gobierno representativo. Madrid. Alianza Editorial.
[7] Parra Ramírez, Esther (1999). Vicisitudes del bipartidismo en Colombia. Revista Reflexión Política. Año 1, Vol.1. Bucaramanga, marzo de 1999.
[8] Sartori, Giovanni (2009). Partidos y sistemas de partidos. Madrid. Alianza Editorial.

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