jueves, 18 de junio de 2015

POBREZA, FALTA DE MOVILIDAD SOCIAL Y VIOLENCIA VAN DE LA MANO EN COLOMBIA

El más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, reveló que Colombia es el tercer país de América Latina con mayores índices de pobreza, superado sólo por  Paraguay  y Bolivia. Según sus cálculos para el año pasado, el 34% de los colombianos está por debajo de la línea de pobreza.

Paraguay lidera con más del 50% de personas pobres, seguido por Bolivia y  Colombia ocupa la tercera posición a pesar de que tuvo un decrecimiento de 3.1% en los últimos años. De esta manera  el país supera de lejos los niveles de pobreza de países como Argentina (5.7%), Uruguay (6.7%) y Chile (11%). Incluso está por encima de Ecuador (32.4%) y Venezuela (29.5%), que es  el único país que aumentó sus niveles de pobreza en el último año.

El Banco Mundial, que mide la pobreza en términos absolutos, define la  pobreza extrema como vivir con menos de un dólar al día ($2.623), algo así como $80.000 mensuales; y la pobreza moderada como vivir con menos de dos dólares al día ($5.243) o sea unos $157.380 al mes.

Si partimos de un estimado de población del Dane de 45 millones de habitantes, el 34% de nivel de pobreza equivale a decir que 15.300.000 nacionales son pobres. Viven, o mejor sobreviven, con unos ingresos indignantes, muy por debajo del salario mínimo vigente en Colombia ($644.350), que tampoco alcanza para llevar una vida muy digna que digamos, sino para paliar las necesidades básicas, sin posibilidad para quienes lo devengan de tener ahorros y mucho menos capacidad de inversión.

Ello no quiere decir sino una cosa, una alta concentración de la riqueza en manos de unos pocos, configurando un sistema social altamente desigual. Por eso la Cepal llama la atención sobre los preocupantes niveles de concentración de la riqueza en Brasil, Colombia, Honduras, Paraguay y la República Dominicana, con porcentajes de concentración de los ingresos para los más ricos de alrededor del 40%.

Ese sistema social altamente desigual y no basado en una redistribución más equitativa de la riqueza, causa diferentes fenómenos de violencia, que se vuelven prácticamente estructurales, como lo revela el Informe de la Comisión Histórica del Conflicto Colombiano.

Víctor Manuel Moncayo, uno de los relatores que elaboró el informe, presentado recientemente  en Uruguay,  fue enfático en decir que la violencia en Colombia es un problema derivado del orden social vigente. El ex rector de la Universidad Nacional de Colombia, añadió que el problema es fruto de "una causalidad o de una determinación sistémica" y que sus causas no se centran en los "actores, individuos o procesos aun cuando, efectivamente, existen".

La Comisión Histórica se creó en agosto de 2014 a propósito de los diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc con el fin de que intelectuales y académicos del país se implicaran en el proceso de paz iniciado en La Habana en noviembre de 2012. Desde su formación, recibió el encargo de elaborar un informe sobre las causas y orígenes de la violencia en Colombia, trabajo que fue presentado en la capital cubana en febrero de este año.

Hace dos semanas, el estudio fue presentado en Montevideo, que acogió el “II Foro por la Paz en Colombia", en el que diversos parlamentarios internacionales intercambiaron opiniones sobre el conflicto y establecieron mesas de trabajo en las que distintas organizaciones sociales de varios países plantearon propuestas para el avance de la paz.

El caso de Medellín
Medellín y el área metropolitana ocupan el tercer lugar entre las ciudades con menor incidencia de pobreza en el país, pero son los primeros en  desigualdad, según se evidencia en el reciente reporte de incidencia de pobreza monetaria y Gini del Dane. El informe destaca que mientras en el país la tasa de pobreza bajó 2.1% hasta el 28.5% (medición por debajo de la de La Cepal), en el Valle de Aburrá bajó 3% hasta el 14.7% Según la medición, en el país 784.000 colombianos salieron de la pobreza monetaria en 2014, mientras que 407.000 lo hicieron de la pobreza extrema.

De acuerdo con las mediciones estadísticas del Dane, en Colombia un hogar compuesto por 4 personas es pobre si el ingreso total está por debajo de $847.228 pesos y está en la pobreza extrema si el ingreso no supera los $376.412 pesos.

En el caso de la pobreza extrema el indicador nacional se redujo en 1% al totalizar el 8.1% el año pasado, mientras que en el Valle de Aburrá el descenso fue de 0.2% hasta el 2.8%.

Aunque la pobreza -según el Dane- va bajando, las cifras de   desigualdad van en aumento. En 2013, Medellín y el área metropolitana con 0,506 ocuparon el sexto lugar en las ciudades más desiguales según el índice Gini (donde entre más cerca esté al 1 es más desigual), pero el año pasado llegaron primer lugar con 0,520. En el país ese  indicador presentó un leve descenso de 0,539 a 0,538.

Impera la informalidad laboral
Con una estructura social  tan desigual, en la que la mayoría de la población ni siquiera tiene forma de acceder a un salario formal[1], con las mínimas garantías prestacionales, sino que muchos hombres y mujeres colombianos tienen que vivir del “rebusque”[2] y otros ni siquiera tienen que hacer, el camino para la delincuencia queda despejado.

De ahí que el dinero fácil que proveen el narcotráfico y el microtráfico, sea una alternativa válida para muchas personas, mientras que otras tantas empiezan delinquir en las grandes ciudades (robos de celulares, raponazos, atracos a pequeños comercios, paseos millonarios, vacunas, secuestros y extorsiones) inicialmente empujados por la necesidad de proveerse un sustento y quizás después se les vuelve un estilo de vida porque es una actividad fácil, gracias también a la impotencia de las autoridades. El hurto, el tráfico de drogas, los homicidios y el porte ilegal de armas, fueron los delitos que más afectaron a los colombianos el año pasado, según un informó de la Fiscalía General de la Nación.[3]

Por eso, nuestros noticieros de televisión -en sus tres o cuatro emisiones diarias- tienen como primer punto de la agenda informativa los atracos y hechos delictivos, incluso el Canal Caracol se ha especializado en ese tipo de noticias, que vemos además diariamente en los periódicos.

Ello sin dejar de reconocer que la Policía y la Fiscalía tratan de cumplir su función de mantener el orden ciudadano y judicializar a las cientos de personas involucradas en hechos delictivos que son capturadas, muchas de las cuales quedan libres gracias al deficiente sistema judicial colombiano.




De acuerdo con un informe reciente del diario El Colombiano, en los primeros cinco meses del año fueron capturadas en el Valle de Aburrá 12.810 personas por distintos hechos delictivos, pero solo a 1.200 se les dictó medida de aseguramiento por parte de los jueces[4]. Ello refleja no sólo un gran número de hechos delictivos, sino también un alto índice de impunidad, de ahí que la gente decida no denunciar, porque no cree en la justicia colombiana y en no pocas veces busca hacer justicia por propia mano.

Sin embargo, las personas que son capturadas y procesadas judicialmente, tienen saturadas las cárceles y mantienen en déficit permanente el sistema penitenciario colombiano.  Por eso no es de extrañar que en Latinoamérica, Colombia ocupe el segundo lugar en la lista de países con más reclusos, mientras que en países europeos como Holanda y Suecia[5] tienen cada vez menos. 

De acuerdo con el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, INPEC[6], al mes de enero de 2015 en Colombia 161.477 personas estaban privadas de la libertad, 157.693 (97.7%) a cargo del INPEC y las restantes 3.784 (2.3%), bajo custodia y responsabilidad de los entes territoriales, comandos de fuerza y Dirección General de la Policía Nacional.


En Colombia, ni los medios de comunicación ni los alcaldes -que poco o nada hacen por la seguridad ciudadana y claman permanentemente al gobierno nacional para que se incremente el pie de fuerza policial- se dan cuenta (o no quieren darse cuenta) de que toda esta paradójica situación que se registra en Colombia de hacinamiento en las cárceles, pero al mismo tiempo de gran cantidad de delincuentes en las calles de las principales ciudades, obedece a un problema de fondo que está lejos de resolverse en el país: la inequidad social, la falta de oportunidades laborales y de ascenso social.

En los años setenta, en un influyente artículo, el sociólogo Rodrigo Parra Sandoval[7] cuestionó las posibilidades de ascenso social, al señalar que “cuando se mira con detenimiento a la sociedad colombiana, se observa que las posibilidades de movilidad ascendente son mínimas (...) sólo existen para grupos específicos, estratos medios y altos urbanos, para quienes representa no un ascenso sino un mantenimiento de su posición”.

Las cosas parecen haber mejorado ligeramente en ese sentido en Colombia, de acuerdo con una encuesta reciente (2011), realizada de manera conjunta por el Departamento Nacional de Estadística (DANE) y el Departamento Nacional de Planeación (DNP).

Incluye un conjunto de preguntas sobre las condiciones de vida de las personas en el momento actual y contiene, al mismo tiempo, una interesante innovación: una serie de preguntas retrospectivas sobre las condiciones de vida (las características de las viviendas, la educación de los padres, etc.) de las mismas personas cuando tenían 10 años de edad. La encuesta permite, por lo tanto, comparar las condiciones de vida presentes y pasadas, y cuantificar las posibilidades de movilidad social.

Los resultados muestran un pequeño grado de movilidad social, pues aproximadamente el 5% de los colombianos pasó, en una generación, de la parte inferior de la distribución (el 40% más pobre) a la parte superior (el 20% más rico) y un poco más de 15% pasó de la parte intermedia a la superior.

Sin embargo, la movilidad social es menor a la observada en otros países, como Chile y México, donde se realizaron encuestas similares. En otras palabras, esa leve ´mejora´ en la movilidad social es insuficiente en Colombia para acabar con los altos niveles de pobreza a los cuáles -a no dudarlo- están asociados altos índices de delincuencia ciudadana, por decir lo menos.

Cuando se hace la relación de que en Colombia, de 45 millones de personas, más de 15 millones son pobres, ello equivale a decir, que por efectos de la casi nula movilidad social, casi una tercera parte de la población nace pobre y muere pobre en el país. Los otros apenas se mueven y muy pocos -raras excepciones- logran ascender decididamente, gracias a su esfuerzo y dedicación, no por involucrase en actividades al margen de la ley como el narcotráfico.

 Además, estos pocos que ascienden deben enfrentarse al clasismo, a un catálogo conocido de improperios: carangas resucitadas, mañés, igualados, provincianos, etc. Paradójicamente, la crítica social en Colombia se ha dedicado más a denigrar de las costumbres de quienes logran ascender socialmente y económicamente (de manera sana y transparente), que a denunciar la falta de movilidad social, debido a una estructura económica rígida y excluyente.




[1] En Colombia l desempleo ronda el 10% y según el Dane la informalidad laboral representa alrededor del 51%.
[2] “En los países subdesarrollados la carencia de capital humano y físico, la abundancia de trabajo no calificado, junto a las estructuras monopólicas u oligopólicas del sector moderno que no genera la cantidad suficiente de empleos, da origen a la franja informal”. Así lo explica Luis Amado Galvis en el “Informe de informalidad laboral en las áreas urbanas de Colombia”, Número 164, febrero de 2012.
[4] El Colombiano, junio 9 de 2015. Disponible en http://www.elcolombiano.com/antioquia/seguridad/de-12-810-capturados-solo-1-200-fueron-asegurados-JA2103308
[5]  En Holanda las autoridades cerraron este año 8 prisiones debido a la falta de reclusos y en Suecia han sido cerradas este año las cárceles de las ciudades de Åby, Håja, Båtshagen y Kristianstad, por la misma razón.
[6] Informe disponible en:
http://www.inpec.gov.co/portal/page/portal/INPEC_CONTENIDO/NOTICIAS%20Y%20NORMATIVIDAD/ESTADISTICAS/INFORMES_ESTADISTICOS/INFORME%20ENERO%202015%201.pdf
[7] Nacido en Trujillo (Valle),  sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Master en sociología, Universidad de Wisconsin, USA, 1965; Ph.D. en Sociología, Universidad de Wisconsin, USA, 1972

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