En el primer artículo de esta serie sobre el Nordeste minero antioqueño
se hizo la caracterización geográfica y económica de la zona. En esta ocasión
nos ocupamos del aspecto político, para mirar cómo fueron germinando
inicialmente las ideas liberales en algunas regiones como el Nordeste y
posteriormente, a comienzos del siglo XX, las ideas de izquierda.
Según el historiador Jorge Orlando Melo[1], despuntando
la república, Antioquia era predominantemente una región conservadora, aunque
con zonas liberales como Rionegro, El Retiro, las áreas mineras del Nordeste y
las de nueva colonización como Urabá y Puerto Berrío.
En el caso del Nordeste, a comienzos del siglo XX empezaron a florecer
ideas de izquierda alentadas por líderes como María Cano, Ignacio Torres Giraldo y Raúl Eduardo Maecha.
Después de terminado el Frente Nacional, poblaciones mineras como Segovia y
Remedios reanudaron desde 1972 sus preferencias por las ideas de izquierda[2], las cuales se hicieron evidentes en las
elecciones de 1986 y 1988, cuando ganó la Unión Patriótica (UP), nacida de los
acuerdos de paz entre el gobierno y las Farc.
Fue justamente en 1988, cuando,
como represalia de los grupos paramilitares y los caciques políticos liberales
de la región, se produce una de las masacres más atroces de la historia
violenta reciente de Colombia y de Antioquia, la de Segovia, ocurrida el 11 de
noviembre de ese año[3]. Hay que anotar que 1988 se conoce precisamente como
el año de las masacres, con un total de 60 en el país, 10 de ellas perpetradas
en Antioquia. Después de ese año,
aunque el Partido Liberal recobró el poder en Segovia y el Nordeste minero, la
violencia no desapareció[4].
El Grupo de Memoria Histórica de la Comisión
Nacional de Reparación y Conciliación (CNRR) definió como un caso emblemático
el proceso de violencia de la subregión minera (Remedios y Segovia), durante el
período comprendido entre los años 1982-1997, caracterizado por los profundos
cambios políticos e ideológicos del conflicto armado y sus diversas
manifestaciones violentas: “(…) que
condujeron a la aniquilación de una
verdadera cultura democrática y donde los mecanismos de victimización
persistentes han sido las masacres de grandes dimensiones e impactos.”[5]
Un completo estudio del Instituto de Estudios Regionales de la
Universidad de Antioquia[6]
precisa que ya para el periodo 2004-2007 fueron elegidos movimientos de
carácter cívico por fuera de los dos partidos tradicionales. Sin embargo, la
violencia siguió presente. Según la revista Noche y Niebla[7]
entre 1997 y 2003, hubo en la región 346 acciones violentas, 201 de ellas
atribuidas a la guerrilla (165 del ELN, 15 de las Farc, 10 en compañía y 11 sin
especificar), 115 a los paramilitares y 74 al Ejército.
Precisa el INER en su estudio que el Estado inauguró su presencia
militar en el Nordeste en la década de 1960 en respuesta a la presión de grupos
económicos (medianos ganaderos, paneleros y compañías mineras). En los años
1973 y 1974 el Ejército (Brigada V de Bucaramanga) llevó a cabo la Operación Anorí (I y II) en
contra del ELN, en la cual fueron abatidos sus cabecillas, los hermanos Fabio y
Manuel Vásquez Castaño. Luego la organización guerrillera se reagrupó y formó
tres frentes para operar en Remedios, Segovia y Yalí.
En 1975 el gobierno instaló el batallón Miguel Antonio Caro y a finales
de ese año se creó la base militar del batallón Bomboná. En los años 90 la
región pasó de la jurisdicción de la V Brigada de Bucaramanga a la IV Brigada
de Medellín.
En 1982 comenzó a operar el MAS, Muerte a Secuestradores, un grupo
paramilitar que actuaba siguiendo órdenes del Batallón Bomboná, según
demostraron investigaciones posteriores. En este periodo son perpetradas las primeras
masacres del Nordeste -como lo reseñamos al comienzo- en Remedios y Segovia.
Dada la crítica situación de orden público que se
presentaba en las regiones del Magdalena Medio y Nordeste antioqueños, por
disposición No 004 del Ministerio de Defensa del 17 de marzo, el 3 de abril de
1983 empieza a operar la Decimocuarta Brigada del Ejército, con sede en Puerto
Berrío y con jurisdicción en el Nordeste antioqueño y el Magdalena medio
colombiano (Antioquia, Santander y Boyacá). Ya en 1990 se reforzó la seguridad en la zona con la Brigada Móvil
número 1, el batallón Rifles y el Cuerpo Élite de la Policía y en 1991 se
incorporó la Brigada Móvil número 2.
Pero la soberanía del Estado seguía siendo disputada por grupos como el
ELN y el EPL (que se desmovilizó en los años 90) y los guerrilleros de las
Farc, que precisamente habían llegado al Nordeste y Bajo Cauca procedentes del
Magdalena Medio con el fin de apoyar al ELN, debilitado tras la operación Anorí
.
Las Farc se dieron a conocer en 1981 con el asalto al principal
comprador de oro de la región y el secuestro y posterior asesinato -pese al
pago de una recompensa de 10 millones- del hacendado Jesús Antonio Castaño González (Padre de Vicente, Fidel y Carlos),
lo que después originó un gran movimiento paramilitar en la zona, cometiendo
las masacres ya mencionadas y gran cantidad de muertes selectivas.
Sin embargo, fue la voladura del oleoducto de Machuca en el
corregimiento Fraguas de Segovia, lo que provocó la represalia paramilitar
contra el ELN, con la creación del Bloque Héroes de Machuca, adscrito a las
Autodefensa Unidas de Colombia, AUC.
Las autodefensas, creadas en 1982 por los
Castaño para perseguir con el Ejército a la guerrilla que había asesinado a su
padre, tenían al comienzo una baja capacidad militar, reducida a hacer
inteligencia en las cabeceras municipales. La ayuda militar, apoyo logístico y
entrenamiento del ejército de Puerto Berrío (XIV Brigada), “ampliaron su
radio de acción y generaron el respaldo de ganaderos del Magdalena Medio para
sostener a sus hombres hasta que lograron aliarse con el narcotráfico, lo que
les ayudó a consolidarse”[8].
En 1988 apareció el Grupo Muerte a Revolucionarios del Nordeste (MRN)
que al mando de Fidel Castaño perpetró la masacre de 46 personas en Segovia[9];
en 1991 aparecen las Autodefensas del Nordeste Antioqueño, Ana; en 1994 la
Fuerza del Pueblo en Acción; en 1996 Muerte a Comunistas y Guerrilleros (Macogue);
en 1997 el grupo de Autodefensas del Nordeste, Gan.
En el
próximo artículo nos ocuparemos de otros problemas asociados a la explotación
aurífera, empezando por el de la legalidad/ilegalidad de la actividad minera.
[1] Melo, Jorge Orlando. Progreso
y guerras Civiles entre 1829 y 1851. En “Historia de Antioquia”. Medellín.
Suramericana de Seguros, noviembre de 1988. pp- 101-116.
[2] En
1980 el Partido Comunista organizó en Segovia la Juventud Comunista, Juco.
[3] La matanza se inició cuando varios paramilitares armados y
encapuchados ocuparon en medio de la oscuridad y el silencio de la noche la
plaza central de la población, tras intimidar y reducir a la alcaldesa y su equipo de gobierno, luego recorrieron a pie el pueblo con lista
en mano y asesinaron en total a 46
personas (36 hombres y 10 mujeres, de los cuales 4 eran menores de edad y uno
era adulto mayor). Otras 60 personas resultaron heridas.
[4]
Hay que decir, que masacres anteriores se habían
registrado desde comienzos de la década del 80.
[5] http://www.semanaporlamemoria.com, 15
nov-dic 15 de 2011, resumen ejecutivo. Comisión Nacional de Reparación y
Reconciliación (Grupo Memoria Histórica).
[6] Publicado en el año 2007 y
dirigido por la investigadora Clara Inés Aramburo
Siegert.
[7] http://www.nocheyniebla.org. Banco de datos de derechos humanos y violencia Política
del Cinep.
[8] Aramburo
Siegert, Clara Inés, et al. (2007). Nordeste
Desarrollo regional: una tarea común Universidad-Región. Instituto de
Estudios regionales, Iner, Universidad de Antioquia.
[9]
En
mayo de 2013, el ex presidente de la Cámara de Representantes y ex diputado de Antioquia, César Pérez García, fue
sentenciado por la Corte Suprema a 30 años por ese crimen, cometido por
los paramilitares del Magdalena Medio y de Urabá en noviembre de 1988.
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