Los ataques con bombas nucleares por parte de Estados Unidos, efectuados
los días 6 y 7 de agosto de 1945, pretendían debilitar al imperio japonés y a
la postre sirvieron también para dar fin a la Segunda Guerra Mundial. El 15 de
agosto, el imperio del Japón anunció su rendición incondicional frente a los
Aliados, la cual se formalizó el 2 de septiembre con la firma del acta de
capitulación.
Esos horrendos ataques parecían
saciar la sed de venganza por el ataque de Pearl Harbor[1],
en el que aparte de una gran destrucción de aeronaves y material bélico,
murieron 2.403 estadounidenses otros 1.178 resultaron heridos. Sin
embargo, los 71.000 muertos que dejó la bomba de uranio Little
Boy, lanzada el 6 de
agosto en Hiroshima y los
38.000 que dejó la bomba de plutonio Fart
Man sobre Nagasaki, tres días después, son a todas luces daños exagerados,
para compensar el afán retaliatorio del imperio estadounidense, sobre todo
porque con el correr del tiempo los muertos aumentarían. Se estima que hacia finales de 1945,
las bombas habían matado a 166.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki, totalizando unas 246.000 muertes[2].
Hoy, 70 años después, sigue la polémica de si tal barbarie era
necesaria, cuando por ese entonces ya Japón no tenía la gran máquina de guerra
que había exhibido cuatro años atrás con Pearl Harbor y era cuestión de semanas
su capitulación. Pareciera entonces que Estados Unidos -por presión política-
se hubiera decidido a lanzar las bombas, no sólo para ´justificar´ la gran cantidad de dinero invertido en su desarrollo,
sino para consolidarse como la principal potencia imperial del momento -como
efectivamente ocurrió-, lo que le permitió tener no sólo el liderazgo militar y
político, sino también económico en el nuevo Orden Mundial.
Ese orden mundial, 70 años después, está en disputa y el liderazgo de
Estados Unidos también. Eso explica por qué los ataques nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki fueron ordenados sin titubear por Harry S.
Truman, presidente de los Estados Unidos ese entonces, mientras que el
presidente actual (Barack Obama) ha sido más cauteloso y diplomático frente al
manejo del poderío nuclear de Irán y las implicaciones que tiene no sólo para
la paz en el convulsionado Oriente Medio, sino en todo el mundo, además del
trasfondo económico que encierra el acuerdo logrado con el país de los Ayatolas.
Irán negocia a cambio de no más sanciones
A más tardar el 13 de
septiembre, es decir 60 días después de
firmado, el Congreso de los Estados Unidos aprobará o
rechazará el acuerdo que firmaron varias potencias mundiales con Irán para limitar el
programa nuclear iraní a cambio de un levantamiento de todas las sanciones
impuestas por algunas naciones poderosas, las Naciones Unidas, y por organismos
multilaterales.
Tras 20 años de negociaciones, seis potencias
mundiales (Alemania, China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) llegaron
a un acuerdo con Irán para limitar su actividad nuclear a cambio del
levantamiento de las mencionadas sanciones económicas. El convenio fue firmado el 13 de julio de 2015 en Viena, tras dos
semanas de negociaciones.
El acuerdo se ha presentado como una gran victoria tanto para el presidente de
Estados Unidos, Barack Obama, como para su homólogo iraní, Hassan
Rouhani, un líder pragmático elegido hace dos años bajo la promesa de reducir
el aislamiento diplomático del país de 77 millones de habitantes.
Los puntos clave del acuerdo - son los siguientes:
§
Irán no producirá
uranio altamente enriquecido durante los próximos 15 años.
§
Irán se deshará
del 98% del material nuclear que posee y eliminará 2/3 de las centrifugadoras
que tiene instaladas.
§
Las potencias
podrán verificar "por primera vez" el grado de cumplimiento del
acuerdo.
§
A cambio, Naciones
Unidas levantará todas las sanciones que pesan sobre Irán vinculadas al
programa nuclear, aunque con algunas limitaciones
§
Antes de comenzar
el levantamiento, Irán deberá cumplir con los "pasos básicos" del
acuerdo
§
Las sanciones se
mantendrán durante los próximos cinco años en el caso de las armas y durante
los próximos ocho en el caso de los misiles balísticos.
Aunque no es un acuerdo económico, sino nuclear, el levantamiento
de las sanciones impactará directamente, no solamente en la economía de Irán,
sino en la del mundo. Si el Congreso de
Estados Unidos avala el acuerdo, Irán podrá firmar lucrativos convenios con
grandes empresas de energía que ya han mostrado interés y podrá aumentar
considerablemente su producción de crudo y gas.
Irán tiene la cuarta
mayor reserva de petróleo del mundo -150.000 millones de barriles- y la segunda
mayor reserva de gas natural del planeta. Actualmente,
ese país produce 2.85 millones de barriles diarios de petróleo (BDP), pero de
levantarse las sanciones, la producción de crudo aumentará en un millón de BDP,
según anunció Bijan Zanganeh, ministro de Petróleo.
De acuerdo con analistas, eso le permitiría
a Irán aumentar sus exportaciones de petróleo hasta en un 60% en un año, mediante
la recuperación de mercado en los países que redujeron las importaciones como
consecuencias de las sanciones.
Sin embargo "cualquier cambio en
este ámbito no vendrá de inmediato y será muy lento", explicó a BBC Mundo
Dina Esfandiary, investigadora del Centro de Estudios en Ciencia y Seguridad de
King’s College London y experta en Irán.[3]
Tiemblan
los enemigos históricos de Irán
Desde la revolución iraní en 1979, Estados
Unidos es un aliado histórico de Arabia Saudita, que ve con nerviosismo el
acuerdo con Irán, ya que este país históricamente ha sido el gran defensor de las comunidades chiitas en
Medio Oriente, en contraste con los grandes reinos sunnitas[4]
impulsados por los países del Golfo y liderados por Arabia Saudita.
Además, los sauditas, que son los
principales productores de petróleo en la región, se verán directamente
afectados si Irán logra acuerdos comerciales con Occidente y por eso no ven con
buenos ojos que su principal aliado en Occidente (Estados Unidos) se vuelva
amigo de su enemigo histórico.
Sin embargo, Arabia Saudita no es el
único enemigo histórico de Irán en la región del Medio Oriente, ni tampoco el único
aliado de Estados Unidos. En Israel, el propio
primer ministro Benjamin Netanyahu ha dicho que está profundamente preocupado
por este acuerdo, el que definió como un ´error
histórico´. Por tal razón, Israel desplegó con anterioridad y de manera
abierta todo su poder y contactos internacionales para intentar detener las
conversaciones.
Ambos países creen que el pacto nuclear los pone en peligro. Lo que al parecer no están teniendo en cuenta ni
Arabia Saudita ni Israel es que Estados Unidos es una potencia en decadencia,
que no tiene el poderío militar de otros tiempos, por lo cual no tiene la
suficiente capacidad bélica para enfrentar simultáneamente a Rusia, China, Irán y las acciones terroristas
del llamado Estado Islámico. Así lo considera Paul Craig Roberts, el subsecretario del Tesoro en la
Administración de Ronald Reagan, en su último artículo[5]. Agrega además que
la situación económica de Washington no es la
mejor, pues ha perdido más de US$6.000 millones de dólares durante 14 años de
guerras en Medio Oriente. Esa debilidad en lo económico y en lo militar -según
él- sería la razón principal del acuerdo nuclear con Irán.
Pero por otro lado
-y como segunda razón del acuerdo- Irán puede convertirse en un aliado de
Estados Unidos en la lucha contra el grupo terrorista (Estado Islámico) y una
tercera razón sería la vulnerabilidad energética de Europa, que depende del gas
y el petróleo de Rusia. Estados Unidos -y los mimos países europeos
afectados como Alemania- quieren acabar con esa dependencia, al convertir -en
el mediano plazo- a Irán como un proveedor de recursos energéticos para
Europa.
Desde esa triple
perspectiva –política, militar y económica- es claro que la situación de
Estados Unidos en uno y otro escenario geopolítico histórico, es completamente
distinta. En 1945 necesitaba arrojar esas bombas contra el pueblo japonés para
mostrar su poderío militar y político, que a su vez lo llevara a consolidar el
liderazgo económico, que había empezado a tomar tras la primera confrontación
bélica mundial. Hoy es una potencia con signos de decadencia, un imperio cuya
hegemonía está en disputa por parte de otras potencias y con una situación económica
muy complicada (altos niveles de consumo y endeudamiento, baja tasa de
generación de empleo, poco crecimiento del PIB y poco dinamismo en el sector
inmobiliario, entre otros aspectos).
[1] Se trató de una ofensiva militar sorpresa efectuada por Japón contra la base naval
de Estados Unidos en Pearl Harbor (Hawai), el domingo 7 de diciembre de 1.941.
[2] Como la sociedad japonesa quedó marcada para
siempre por el horror de esas bombas, incluso los efectos psicológicos y
fisiológicos perduran incluso hasta hoy, causó sorpresa que esta semana haya
abierto el reactor nuclear de Sendai, a 300 kilómetros al norte de Tokio.
[3]
Tres consecuencias
(y una duda) del histórico acuerdo nuclear con Irán. Disponible en: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150714_iran_eeuu_acuerdo_nuclear_consecuencias_ch (Consultado el 3 de agosto de
2015)
[4] Los chiitas
son una secta minoritaria que sostiene que sólo los descendientes del profeta
Mahoma y algunos de sus socios tienen derecho a liderar la comunidad musulmana.
Por su parte los sunnitas, que son mayoría, sostienen que cualquier musulmán
puede llegar a ocupar el liderazgo.
[5]
Disponible
en http://actualidad.rt.com/actualidad/180560-razones-acuerdo-nuclear-iran-eeuu (Consultado el
5 de agosto de 2014)
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